El acierto de traer a Marcelino es el de haber apostado por un entrenador que, además de saber lo que lleva entre manos, vino al Valencia CF con hambre. A tocar techo. Eso a estas alturas lo sabe todo el valencianismo, lo ven cada día los jugadores y hasta lo ha detectado el propio Peter Lim, que le ha concedido de momento dos fichajes más y peleando por el tercero. Luego, esta noche el equipo sufrirá para doblegar al Alavés, seguro, quizá la eliminatoria sea de 180 minutos, pero las ganas y la ambición por jugar esa final son como las de cualquier aficionado y no las puede disimular el entrenador por mucho que su posición requiere prudencia, respeto y medir muy bien el mensaje. Seguramente porque, con este equipo, en el fondo está convencido de sus opciones de ganarla sea cual sea el rival que le toque ese día.

Esto no va a ser ninguna fiesta como lo del día de Las Palmas, ya en cuartos cualquier equipo tiene licencia para soñar con llegar más lejos. Aunque, entre los candidatos a pelear por el título, es difícil que haya otro con más ganas de final que este Valencia CF aunque solo sea por el hecho de venir de donde viene. Atentos a las palabras de Marcelino, es cierto que no recibir ningún gol en casa supone medio billete para semifinales.

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