Al Levante le robaron el gol que le ponía por delante en el Derbi y, con este Valencia que no las tiene todas consigo, le daba muchas opciones de como mínimo puntuar. Hasta ese momento el arbitraje se puede decir que había sido normal, no expulsó a Róber por una entrada muy dura porque era demasiado pronto para condicionar así el partido, no señaló penalti en un agarrón en el área a Kondogbia porque jugadas como esa hay muchas y lo más habitual es hacer la vista gorda. Hasta había mostrado amarilla a Vietto por intentar engañarle con una caída dentro del área.

Vamos que, hasta la jugada con Gayà, Paulista y Coke como protagonistas, tampoco se había significado como sospechoso de barrer para ningún lado. A estas alturas, cuando hemos visto ya cientos y miles de arbitrajes de todo tipo, se puede pensar que en esa jugada simplemente se equivocó, con el resultado de perjudicar gravemente al Levante y condicionar con toda claridad el resultado del Derbi. Pero perjudicó en definitiva al más débil y el levantinismo tiene motivos para dudar de si lo habría anulado también de haber sido en el área contraria.

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