Curioso paralelismo el del Atlético de Madrid, ganar una final de la segunda competición europea después de haber perdido dos de la Champions, como el Valencia CF y además frente al Marsella, el mismo rival. Son imágenes de alegría de jugadores y sobre todo aficionados que animan a desear que pase cuanto antes el domingo, se celebre en Mestalla lo que haya que celebrar pero sobre todo que llegue pronto la Liga de Campeones, a la que debemos ir con un equipo más que apañado y sobre todo con el cuchillo enre los dientes, pero de verdad. Leo a Marcelino decir en Levante-EMV que prácticamente se le eriza la piel viendo jugar al Liverpool y traduzco que le gustaría tener las piezas a partir de septiembre para poder estar ahí y demostrar que el Valencia CF puede volver a tener un sitio entre ellos. Hace poco más de un año escribía que este club necesitaba para salir de la nada algo más que un entrenador, necesitaba un tipo que transmitiera en el campo y a la grada como lo es Klopp. Marcelino ha cumplido con las expecativas y, aunque con otro estilo al del alemán, también se ha metido en el bolsillo a la gente. Este segundo año tiene que ser el de la explosión definitiva por mucho que Europa te dé por un lado y te quiera quitar por el otro.

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