El derbi del domingo ha dejado una extraña mezcla de sensaciones en el levantinismo. A pesar de la teórica superioridad rival —real, al menos a nivel presupuestario—, casi nadie ha quedado totalmente satisfecho con el punto de Mestalla. Por mucho que este suponga igualar el récord del curso pasado: 45. Jugadores, técnicos y miembros de la masa social consideran que el empate de Mestalla es bueno, en busca de la histórica clasificación europea, pero que el Valencia se «escapó vivo». Que la de anteayer era «una oportunidad única» para ganar por primera vez en Liga en casa del eterno rival, visto lo visto.

En el primer lugar donde se hizo una lectura crítica del encuentro fue en el propio vestuario. Todavía en caliente, en Mestalla, ya más de uno se lamentaba del remate de Koné que se había marchado por centímetros. Porque los blanquinegros, más allá de coletazos aislados, como el remate de Alcácer, no habían puesto apenas en aprietos a los pupilos de JIM. Si acaso, todo lo contrario, con los jugadores valencianistas como un flan.

Los granotas interpretaron casi a la perfección el guión previamente establecido. Había que aguantar la primera acometida local y se hizo. Había que aprovechar los huecos a la espalda de la defensa y se hizo. El problema fueron las pequeñas aristas que aparecieron por el camino. Principalmente, en el último pase, que impidieron sacar más partidos de las contras. Como se habló a posterior en el vestuario, de haber estado más certeros en las entregas, sobre todo en la segunda mitad, Koné y compañía se hubieran plantado ante Guaita en más de una ocasión. El ejemplo más claro, el último ataque, en el que Arouna desaprovechó una superioridad estrellando el balón en las piernas de Rubén, con Valdo solo a su derecha.

Tácticamente hablando, entre los debes del Levante hay que apuntar los momentos puntuales de desconcierto vividos, sobre todo al final del primer tiempo y mediada la segunda mitad. Estos últimos motivaron la entrada de Farinós, mientras que los primeros fueron consecuencia del 1-0. Un tanto, a su vez, provocado por un error que no es la primera vez que se produce: Jonas marcó en una acción que había empezado con una falta a favor de los azulgrana.

«Fue una pena, un partido para haberlo ganado. El Valencia no me dio sensación de peligro, más allá de dos ocasiones puntuales», comenta Voro Vendrell, presidente de ´Amuntgranotes´. Solo es una muestra del sentir general de la afición, pulsado ayer por SUPER a través de varios de sus representantes. «Se nos escaparon vivos. Además, con el triunfo hubiéramos hecho mucho daño al Valencia, para regocijo del levantinismo», afirma Ricardo Gimeno, cabeza visible de la Delegación de Peñas.

El caso es que muchos tildan de «justo» el resultado final. Sin embargo, como dice Pepe Puchades, nadie olvida que «era la ocasión para ganar. El Valencia se fue poniendo nervioso conforme pasaron los minutos», explica el presidente de la peña de Camp de Túria.

Con el Atleti puede ser bueno

Lo que quedó claro es que el Levante, a día de hoy, «no es tan inferior al Valencia como piensan, reseña Francisco Vicente Aleixandre, de ´Gran Vía´. Porque «el partido estuvo igualado», y porque afronta las últimas ocho jornadas de Liga prácticamente con las mismas opciones de acabar en los puestos nobles que los blanquinegros. «De haber ganado, hubiéramos dado un golpe muy importante sobre la mesa para clasificarnos para Europa», señala Aleixandre. Él, como todos en el levantinismo, aguarda ya la visita del Atleti al Ciutat para redondear la faena: una victoria hará bueno el punto de Mestalla.