Es el hombre del momento pero también padre, marido e hijo. SUPER ha querido entrar en su casa y conocer a Keylor por dentro y a ojos de su mujer, Andrea; su madre Sandra; y su hija Daniela. Son una familia feliz, con la llegada del pequeño Mateo Navas a un mes vista.

¿Cómo era el pequeño Keylor?

(Sandra) -¡Ay! Era muy tremendo, muy inquieto. Nunca podía estar en la casa. Al llegar de la escuela se quitaba el uniforme de la escuela y se ponía a jugar bola, a mejenga (pachanga en Costa Rica). Le gustaban los caballos, estar con los amigos de la escuela.

-¿Siempre ha querido ser portero?

(Sandra)-No, no. Él era delantero. Muy buen delantero, de los mejores. Al principio, mi Keylor creía que iba a ser delantero, pero después se inclinó por la portería y salió bien.

-¿Cómo fue ese cambio, Keylor?

Cuando entré a los cinco años en la escuela de fútbol era portero siempre, pero durante la semana, en la cancha de mi barrio nunca quería ponerme. No me gustaba. Para lo serio, portero; para disfrutar, delantero.

-¿Cuántas hermanas/os tiene?

-Somos tres; dos hermanas y yo. Yo soy el mayor. A una le llevo tres años y otra tiene 18; tuve que hacer de hermano protector al principio.

-¿Qué tal es Keylor como hijo?

(Sandra)-No hay palabras para expresarlo. Desde muy pequeño fue muy educado y muy responsable de sus cosas. Como hijo, hacia la madre, no hay palabras.

-¿Se puede decir que estaba un poco enmadrado?

-Sí, por qué no. Mi mamá, mi abuela y mi abuelo han estado ahí siempre, a mi lado.

-Siempre da gracias a Dios por lo que le pasa. ¿A quién más le está especialmente agradecido por sus logros personales y profesionales?

-Lo primero, en todo, es Dios. Después, mi familia. Igual que Andrea y Dani (Daniela, la hija de su mujer), que desde que las conocí me ayudan muchísimo. Siempre me motiva que pueda darles alegrías a mis seres queridos, que se sientan orgullosos de mí y que algún día pueda devolverles todo lo que me dieron.

-¿Cómo se vive el éxito de Keylor en su casa, en Costa Rica?

(Sandra)-Es un orgullo muy grande para los familiares y sus amigos desde bien pequeño. Saber que Keylor se esfuerza, persevera y cada día es mejor nos enorgullece.

-¿Lleva bien eso de ser madre de una celebridad de su país?

-(sonríe) La verdad es que ahora soy la mamá de Keylor Navas, no soy. Todo sigue igual, lo que pasa es que ya nadie se acuerda de mi nombre.

-¿Por qué Keylor? ¿Por qué ese nombre tan poco común?

(Sandra)-(piensa) No sé€ Me gustaba el nombre cuando iba a nacer, no sé.

(Keylor)-No era ni tan corriente en mi país. Solo éramos dos Keylor en mi ciudad.

-En la vida había oído a alguien que se llamara Keylor. El caso es que le íbamos a llamar Freddy, que es el nombre de su papá, pero él dijo que no quería que se llamara igual y escogí yo Keylor. Después me encontré con un alumno en clase que se llamaba Keylor también.

-Por lo que se ve, siempre ha vivido rodeado de mujeres.

(Andrea)-Sí, sí. Y profesoras. La mamá es profesora, las hermanas, las tías y la abuela también.

-Así no hay excusa para ir por el buen camino, ¿no?

-Siempre saqué buenas notas. Si no 100, porque en Costa Rica se puntúa sobre 100 y no sobre 10, si buenas notas en la escuela y hasta en la universidad; en mi país empezé a estudiar Diseño Publicitario. Mi mamá, yo creo que siempre me dio mucha libertad, fue una amiga para mí en todos los sentidos. Me decía ´esto es lo bueno, esto es lo malo, pero usted sabrá que hace, tiene que tomar decisiones´. Me aconsejó bien y creo que nunca tuve ganas de esconderme ni hacer cosas malas porque siempre tenía la confianza para pedirle permiso para hacer lo que fuera, mientras que algún amigo tenía que hacerlo a escondidas.

-Alguna locura sí haría en su infancia o adolescencia€

-Pocas. Tampoco tuve una infancia muy loca; lo primero era irme a la cancha o con los caballos con los amigos.

-Si no me equivoco, no ha acabado la carrera.

-Espero acabarla. No hay prisa ni mucho tiempo ahora, pero me gustaría seguir formándome.

-Hablaba de montar a caballo. Aquí, en España, es un lujo para un niño poder montar a caballo.

-Éramos ocho o nueve niños de entre 8 y 11 años y todos teníamos un caballo en la misma finca.

-¿Cómo se llamaba el suyo?

-Era una yegua y se llamaba Paloma (sonríe). Era blanca, blanca, se parecía a una paloma, y uno sugirió ese nombre; no nos complicábamos, porque había otro que llamábamos rayo porque tenía una mancha similar a un rayo. El caso es que siempre íbamos a andar por las montañas por los caballos, a pasar por los ríos.

-¿Qué quería ser de pequeño?

-Futbolista, yo creo.

-¿Ni bombero ni astronauta?

-No, qué va. Yo de bien pequeño ya pedía tacos (botas), bolas y uniformes de portero. Ya después cambié y pedí una bicicleta.

-En Costa Rica tenía menos futuro como ciclista, sin duda.

(Sandra)-Pues era bueno, andaba bien.

-En mi país hay algún ciclista de nivel; hay uno en el Team Movistar que ha competido en el Tour de Francia. Se llama Andrey Amador.

-¿Qué tal en el día a día en casa?

(Andrea)-Tiene un corazón muy bonito, no tengo queja.

-De puertas hacia afuera, puede parecer inicialmente calmado€

(Andrea)-Yo creo que es todo lo contrario. De tímido, yo no le veo nada, pero nada.

(Sandra)-Lo que sí que es cerebral.

(Sandra)-Es muy recto en sus decisiones. Cuando dice una cosa, eso es. Es súper estricto.

-El peor crítico que puede tener es usted mismo, ¿no?

-Sí. Siempre que me equivoco, sé que lo he hecho mal.

(Andrea)„Siempre intenta mejorar y analiza los errores. Es muy exigente consigo mismo, el que más».

-¿Cuántas horas de sueño y de malhumor le suponen un mal partido o una mala acción?

(Andrea)-Días, días.

-Bastante. Llego a casa y me cuesta muchísimo dormir porque cierro los ojos, veo la jugada y pienso, ¡buf! Ya después, tranquilo, analizo y pienso que hice mal para tratar de corregir. Actualmente, con Luis (Llopis, preparador de porteros), tenemos mucha facilidad para hacerlo porque él siempre está pendiente de todo y tiene muchos videos para corregir.

-¿Cómo se convive mejor con Keylor, cuando juega o cuando no?

(Andrea)-En casa, aunque no deja de ser difícil no jugar, no es de traerse el trabajo diariamente para casa. Lo que si es de desvelar; cuando creo que no lo ha hecho bien, se pasa toda la noche hablando y a mí me toca escucharle toda la noche, no dormir.

-Me escucha siempre. Creo que es de gran ayuda.

(Andrea)-No es de no enojarse, ni en los momentos en los que no juega.

-En los momentos complicados, pensaba: ´no juego y es complicado entrenar´. Solo pedía fuerzas para esforzarme e intentar ser mejor. Y luego pensaba que no merecía la pena darle vueltas a las cosas, llegar a casa y amargarme más. Me dolía mucho no jugar, pero tengo familia, vida, amigos€ Muchos de ellos me ayudaron a no caer en el error de apartarme y sentirme solo.

-¿Hablan mucho de fútbol?

(Andrea)-Bueno, depende.

(Daniela)-Hablar, no mucho; pero ver, se ve demasiado fútbol, todos los días.

-Es por etapas. Me dan etapas de ver mucho fútbol. Me gusta ver el partido del rival contra el que vamos a jugar, por ejemplo, para ver qué hacen.

(Andrea)-Su mamá entiende algo más de fútbol, pero yo no tengo ni idea. Voy a verlo cuando puedo, igual que iba cuando no jugaba, pero no me entero de las cosas.

-Por cierto, ¿cómo se conocieron?

-En Costa Rica. Una amiga me invitó a un estudio de Biblia (una reunión para comentar versículos) y desde que llegué, la vi y nada€ (sonríe). La verdad es que fue muy bonito, porque además hicimos una amistad buena entre todos los que estábamos allí. Ahí me entró el gusanillo; después le invité a ir al cine a ella sola y aquí estamos.

-A punto de ser papás€

-Sí. No veo el momento en el que nazca. Dani (Daniela, hija de Andrea) es mi hija a todos los efectos, la quiero como tal, pero me hace mucha ilusión que nazca el pequeño Mateo. Ya solo queda un mes.

-Seguramente, hace ahora un año, tocó fondo cuando perdió la titularidad en su selección después de cinco años por no jugar en el Levante.

-Si no me pusieron no fue por mi rendimiento, sino que me dijeron que era porque no jugaba en el Levante. Ese día fue complicado, me sentí muy mal cuando me dieron la noticia y en las horas posteriores, pero creo que regresé a España con más ganas. No soy de esos que cuando pasan cosas malas, se hunde; me entra por dentro un coraje y pienso ´que no que sea porque no me esforcé´. Sabía que no iba a jugar el fin de semana, pero pensé que debía esforzarme para que cuando llegara el día en que me pusieran, aprovecharlo. Y así hice.

-Ese 31 de diciembre, por la mañana, incluso se acercó al estadio a hablar con Quico Catalán.

-No soy de protestar por mi situación, de rebelarme, pero tampoco soy tonto. Hay momentos en los que uno necesita respuestas, saber cosas; no para reclamar, pero para informarse. Ese día hablamos y listo.

-¿Cómo recordará al Levante cuando se vaya, sea cuando sea?

-No tengo ninguna queja. Club, compañeros y afición siempre me han tratado muy bien, y han hecho que mi familia esté contenta. Estoy muy agradecido; mi único problema es que el primer año y medio apenas jugué. Siempre recordaré al Levante como un equipo en el que disfruté mucho, que me hizo crecer mucho como persona y como futbolista.

-Hasta hace poco, al menos, se podía decir que había crecido incluso más como persona que como portero en el Levante.

-Sí, seguramente. Estuve más tiempo superando obstáculos que jugando; en el segundo año, la Europa League me dio la vida. Este año ha sido un desahogo, súper lindo que llegara un cuerpo técnico que confiara en mí, que me diera esa palmadita a la espalda y me dijera: ´usted a jugar, disfrute´.

-Oiga, ¿cómo se viven espectáculos como su actuación en el Pizjuán en primera persona?

-Estaba tan concentrado, gritando a los compañeros, que ni a la gente escuchaba. Cuando venía el balón, solo tenía en mente pararlo. Como dice Luis, que creo que me acordaré toda la vida, ´si pasa una mosca, hay que agarrarla´. Vamos, que todos los balones hay que lucharlos, absolutamente todos.

-Cuando oye a hablar de interés de otros clubes por usted, ¿le entra la sonrisa flojo?

-Lo escucho pero no le doy importancia. Estoy en el Levante, tengo contrato y nadie sabemos dónde vamos a estar en el futuro.

-El partido del Pizjuán entra en su ´top 5´ por lo menos, ¿no?

-En España, seguramente sea de mis mejores actuaciones. Al menos, de los partidos que más paradas hice: lo normal son dos o tres, no seis o siete como el otro día. Aunque yo también me quedo con una quizá ahora menos recordada porque no ganamos: el 1-0 del Camp Nou del año pasado, que hice también muchas paradas y además fue mi primera titularidad por decisión técnica en Liga en el Levante.