A expensas de concretar la renovación, para el Levante su joya de la corona es absolutamente instransferible. Así lo demostró sin ir más lejos durante el pasado mercado de enero, cuando casi que por sorpresa el Villarreal llamó a la puerta de Orriols interesándose por el fichaje de Rubén. Y es que el club amarillo estaba muy dispuesto a apostar fuerte por un futbolista del que siempre ha tenido una buena opinión y que encajaba a la perfección en el perfil de los otros jóvenes talentosos que tenía en su agenda, entre ellos el exvalencianista Canales.

Pese a que el Levante ni siquiera llegó a darle la opción de que presentara una oferta formal para hacerse con sus servicios, el Villarreal sí contactó directamente con Quico Catalán para transmitirle el interés y preguntar por su situación. Sin embargo, la respuesta del presidente fue clara y contundente al dejar claro que Rubén es patrimonio del club y que no está en venta. Quico no quiso ya saber nada más del tema al remitir a los 10 millones de euros de la cláusula de rescisión, pero la intención de los castellonenses era la de conseguir directamente su traspaso poniendo una importante cifra encima de la mesa.

El interés del Villarreal coincidió, curiosamente, con el momento más bajo de Rubén desde que subió de la mano de Juan Ignacio al primer equipo a principios de la temporada pasada. Caparrós terminaba de arrebatarle la titularidad y relegarlo al banquillo en favor de Casadesús, fichado en enero con esa vitola. Pero ni siquiera en esas circunstancias tuvo dudas el Levante respecto a un jugador en el que, pese a la lata de los problemas físicos, siempre ha mantenido su confianza y al que quiere renovar lo antes posible para impedir cualquier injerencia.

Semanas después de conocer el interés del Villarreal, el Levante y sus representantes mantuvieron el primer cara a cara del año para reanudar las conversaciones sobre su renovación, la cual sigue en marcha. Pese a que han pasado ya bastantes meses desde que el club trasladó su primera oferta para mejorarle la ficha aumentando también los años de contrato y la cláusula, lo cierto es que la negociación está cocinándose desde entonces a fuego lento aunque ambas partes son optimistas. Eso sí, no hay duda de que a Quico le habría gustado que todo estuviese ya resuelto, ya que antes de terminar 2013 llegó a afirmar que confiaba en anunciar el acuerdo en unas cuantas semanas.

El interés del Villarreal no es el único que ha llegado a Orriols por Rubén desde su explosión. Y es que después de que el Valencia se interesara en repescarlo, el nombre del setabense se vinculó incluso a clubes extranjeros como el Borussia y el Arsenal. No fue casualidad que Manolo Salvador, anticipándose a los acontecimientos, declarara allá por el principio de temporada que el Levante no negociaría en enero por un jugador que considera que tiene mucho recorrido en Orriols.

Un club que no quiere vender

La postura con Rubén, similar a la adoptada con otros futbolistas que se han acabado marchando a cambio de su cláusula de rescisión o la práctica totalidad de ella (Caicedo, Martíns, Iborra) demuestra que el Levante no es un club que necesite vender para cuadrar su presupuesto. De hecho, en las últimas campañas ha demostrado saber cómo cuadrar sus números sin malvender a sus futbolistas, como fue el reciente caso de Diop o como se vislumbra ahora que también puede ocurrir con Keylor Navas. Hay que recordar, además, que el club está obigado a destinar al pago del convenio con los acreedores los traspasos por encima de 650.000 euros, aunque en teoría también debe informar a la comisión de seguimiento de todas las ofertas que le hagan.