Con nueve puntos de colchón a falta tan sólo de cuatro jornadas, no hace falta que la permanencia sea matemática para considerarla un hecho. En los despachos se trabaja en el quinto proyecto consecutivo en Primera División, que salvo giro inesperado volverá a estar encabezado por Joaquín Caparrós.

Y es que aunque públicamente el técnico no se pilla los dedos, la maquinaria para su renovación continúa cogiendo velocidad de crucero. Las conversaciones de futuro son continuas y el club y su representante, que inicialmente iban a verse esta, ya se han citado para la próxima semana. Será, por tanto, el definitivo pistoletazo para arrancar la negociación después de la comida informal del pasado 9 de abril en la que el utrerano dio luz verde para sentarse con Juanma López. El míster ha ganado tiempo, pero lo cierto es que el club está tranquilo pese al retraso y confía en las buenas sensaciones de Quico Catalán y Manolo Salvador cuando comieron con él.

Avalado por los resultados pese a la división de opiniones sobre su estilo, Caparrós es el hombre en quien el Levante quiere volver a depositar su confianza para consolidarse en Primera y para ello sabe que será necesario un acelerón que más que económico tendrá que ser deportivo. El míster, que ya rebajó su caché, tiene los pies en el suelo y es consciente de que el club hizo un gran esfuerzo para ficharlo, por lo que en ese sentido el margen para la negociación se presume estrecho. Tanto Quico como Manolo están al día de que una de sus ´condiciones´ para renovar será dar un salto de calidad en la plantilla, algo que dentro de las posibilidades ven lógico.

Uno de los puntos a favor de Caparrós para que el Levante quiera renovarlo es su condición de hombre de club y la manera en la que se ha identificado con la filosofía granota. El utrerano pidió el pasado enero a futbolistas de Liga Adelante como Nagore y Casadesús para reforzar el equipo igual que en verano puso sobre la mesa nombres como el de Barral o bendijo la llegada del fallido Babá. Es más, hasta puso sus ojos en artilleros de Segunda B como el racinguista Koné o el canario Figueroa. Sin embargo, de cara a la próxima temporada su deseo es el de dar un paso más para aderezar la plantilla, en especial en lo que se refiere al delantero. El gol.

Subsanar la falta de pegada es la gran obsesión de Caparrós si como parece termina renovando. Pese a cimentar su propuesta desde atrás, nunca se ha dado por satisfecho en la parcela ofensiva, ni siquiera en las jornadas en las que le sacó todo el jugo a Barral. Aumentar la inversión para acertar con el ´nueve´ se perfila como un requisito indispensable para la continuidad de un entrenador cuyo killer paradójicamente ha sido el portero, un Keylor Navas que tiene muchos números de abandonar Orriols pese a la postura oficial de exigir los 10 millones de su cláusula de rescisión.

Un Caicedo, un Koné o un Martins serían la guinda que Caparrós quiere para un Levante al que ha salvado con holgura y que hasta que se quedó clavado en lo que se perfilaba como el punto de inflexión incluso tuvo a tiro de Europa, que sin duda habría evitado el regusto amargo que los últimos partidos están dejando por la sequía ofensiva y la ausencia de vistosidad. El míster lleva tiempo hablando con Quico y Manolo de nombres concretos tanto para la punta de lanza como para otras posiciones susceptibles de refuerzos, la porteria incluida.