Aunque su deseo era marcharse, Diop asume con profesionalidad su continuidad en el Levante esta temporada. Para el club, para los técnicos y para sus compañeros se trata de una muy buena noticia. Probablemente la mejor del final de mercado tras la decepción de Hugo Rodallega. Con Mendilibar a la cabeza, en Orriols están convencidos de que el affaire se ha resuelto de la mejor manera posible para sus intereses, al menos para los deportivos. Se piensa que la situación es distinta a la del verano anterior y que el senegalés en absoluto va a ser un problema. Al contrario, una solución.

Pape empezó a asumir a mediados de agosto que tendría que cumplir su contrato y a verlo incluso sin malos ojos. Ningún club se lanzó a por él pese a la postura vendedora del Levante. Sólo lo hizo Olympiacos, de nuevo a la baja al principio y llegando después de tres ofertas a 2,5 más variables al final. Muy al final, demasiado. Míchel, que habló con el jugador, dijo que estaba «entre la espada y la pared» y la operación se cayó por segundo verano. A esas alturas, Diop ya había valorados las ventajas de marcharse libre en junio, sin que su club de destino tuviera que repartir gastos entre su ficha y el traspaso. O de esperar al próximo plazo de enero.

La opción de Olympiacos, además del aumento de ficha, tenía en la opción de jugar Champions lo más sugerente. Sin embargo, lo cierto es que Grecia tampoco era el destino deportivo más atractivo, como tampoco lo parecía Rusia en caso de que el Lokomotiv se hubiera decidido a lanzarse a por él. De Inglaterra, sin embargo, no se concretó nada, como tampoco de España, donde sonó para Sevilla y luego para la Real Sociedad.

Sin que la tensión llegara a los extremos de hace un año, en parte gracias a las asperezas limadas con el pacto para su salida, Diop volvió a apretar cuando el Olympiacos insistió, pero el Levante rechazó dos propuestas más por insuficientes hasta que llegó la última y definitiva. Tasado en tres kilos, la luz verde para venderlo estuvo a punto antes de viajar a Bilbao, donde se quedó en la grada después de que a Mendilibar se le informase de las «conversaciones» para su salida y de que Quico había frenado en persona la cesión del Gato Silva al Brujas. Sin embargo, subidos ya al avión de vuelta para València, lo del Gato volvía a ponerse imposible y Olympiacos se movía por otro jugador.

Sin un relevo, puerta cerrada

Manolo Salvador ha tenido mucho que ver en la continuidad de Diop en la plantilla. El director deportivo, que había tanteado otras alternativas y rechazado también a última hora el ofrecimiento de Insúa, se negó a contemplar su salida sin tener atado a un mediocentro de un nivel similar. Su elección, consensuada con Mendilibar, era el chileno de Osasuna o nada. En mitad de una pretemporada en la que con la cabeza de nuevo en su traspaso no terminaba de arrancar, entrenador y director deportivo habían valorado no forzar las cosas, pero a 48 horas del cierre de mercado no quisieron experimentos. Era algo, no en vano, que también el club había dejado claro en el pacto con el jugador y su agente, sin una fecha límite más allá del tiempo razonable.

Tanto Mendilibar como Manolo confían en el efecto Diop y en que su continuidad sirva para frenar las dudas generadas en el arranque liguero. Ambos tampoco han pasado por alto los deseos del vestuario, en el que las voces más autorizadas remarcaron la importancia de que un jugador tan importante como él pudiera quedarse. Al final no llegó un delantero, pero no es a Rodallega a quien se habría echado en falta.