Como si de un calcetín se tratara, Lucas Alcaraz está decidido a echar mano de todo su repertorio para darle la vuelta completamente a la preocupante situación que se ha encontrado a su llegada al banquillo granota. Lo había avisado a la plantilla nada más aterrizar y lo puso en práctica ya en Balaídos, donde en 90 minutos echó mano de dos sistemas. Fruto de su flexibilidad táctica, omnipresente a lo largo de su carrera, cambió inicialmente el 4-2-3-1 de Mendilibar por un 4-3-3 (que el vasco había utilizado solo ante el Barça), y en el descanso apostó por un 4-4-2 en busca de la remontada. Este último podría acabar siendo su dibujo de cabecera, una vez detectados los problemas de elaboración a los que aludiría al final del partido en Vigo.

Con solo dos entrenamientos y la visita al Celta en perspectiva, el granadino tiró de un planteamiento más conservador, con tres jugadores en el medio y el rescate de Simao. El trivote era habitual los dos cursos anteriores, a su paso por el Granada, donde también recurría a tres media puntas a menudo. La presencia de dos delanteros en paralelo, como actuaron el viernes Barral y Víctor al inicio del segundo tiempo, había definido sus etapas en el banquillo del Aris o del Recreativo, por ejemplo.

Incluso el 4-1-4-1 forma parte del manual de trabajo de Alcaraz, que lleva a gala su «rigor táctico», como su antecesor hacía con la «intensidad» de sus partidos y sesiones. Es ese rigor el que va a marcar los entrenamientos a corto plazo, con tal de cambiar ciertos automatismos y definir cuanto antes el estilo de 'su' Levante, del que tiene clara su necesidad de recuperar sus «señas de identidad» en defensa pero también de dotar de mejor «elaboración». La creación de juego se mostró como un lastre frente al Celta, con un porcentaje de acierto en el pase en la primera mitad a veces por debajo del 50 por 100 y finalmente de tan solo del 63 por 100; el tercero más bajo hasta ahora, de acuerdo con los datos estadísticos que de la Liga ofrece Opta.

Es en la búsqueda de ese difícil equilibrio donde podrían basarse las posibles novedades en el equipo ante el Almería. De hecho, ya antes de su estreno, el técnico advertía a sus jugadores que seguramente por la premura de tiempo para prepararlo iba a adoptar decisiones erróneas o injustas. En ese sentido, Camarasa, junto a Morales la única sorpresa agradable del arranque de temporada granota, se quedó sin minutos Balaídos. Y en su ausencia, curiosamente, los dos encargados de dar salida al balón en cada jugada, Simao y Diop, fueron de los que peor porcentaje ofrecieron en las entregas al conjunto azulgrana: solo Héctor Rodas y Morales estuvieron por debajo de los dos medio centros titulares.

Posición de Ivanschitz y Víctor

Los dos futbolistas sobre los que Alcaraz apoyó sobre la marcha las variaciones tácticas fueron el austriaco y el mallorquín. Ivanschitz dejó la zona ancha para ocupar el interior izquierdo, como en las etapas de Caparrós y Mendilibar, después del descanso. Víctor apareció entonces en el campo para acompañar a Barral y estirar el equipo, un papel que igualmente que le confiaba el anterior entrenador aunque partiendo de segundo punta.

El austriaco, en un rol muy secundario en las jornadas anteriores, se convirtió en el principal arma ofensiva en el estreno del granadino en el banquillo. No en vano, él fue quien ejecutó la falta lateral que supuso la única oportunidad de peligro granota en la primera parte, y sobre todo se sacó el imparable zurdazo a la contra que repelió el larguero con el 1-0 todavía en el marcador.