En su intento por sacar al equipo del pozo, el sucesor de Mendilibar ha hecho tábula rasa y ya luce cintura táctica. Desde el primer día aboga por acoplarse a las condiciones de la plantilla; navega entre el 4-3-3 y el 4-4-2, y está abierto a negociar la presencia de uno o dos medios de corte defensivo. Su conocido gusto por la estrategia debería hacer el resto.

-¿Le preocupa la falta de gol que arrastra el equipo?

-Me ocupa. Hay que maximizar todos los aspectos que te pueden llevar al gol: llegadas, en parado, trabajo de los puntas, de segunda línea? Esos poquitos tienen que hacer un todo más grande, que ahora mismo no estamos en época de desperdiciar nada.

-La bala en la recámara que le queda, a expensas de la llegada del mercado invernal, es Rafael. ¿Qué espera de él cuando se recupere?

-Lo he visto jugar en su club de origen, el Vitória de Guimaraes,y es explosivo, con buen disparo, que se desmarca entre centrales, aproximándose a la portería contraria, sin relacionarse mucho con el juego pero apareciendo mucho en la finalización. Eso sí, primero que se ponga bien, luego que se ponga en forma y a partir de ahí que nos ayude, ya a medio plazo. A corto, hay una serie de jugadores que tienen que colaborar con los goles suficientes para obtener resultados.

-Su prioridad, además de ver puerta y frenar la sangría de goles en contra, es acabar cuanto antes con la plaga de lesiones.

-Las lesiones se acumulan por una serie de circunstancias que a veces son difíciles de calibrar. Estamos trabajando de la forma más coherente y científica posible, y a partir de ahí, esperemos que las cosas vayan bien en el aspecto físico. No hay que martirizarse ni obsesionarse pero hay que intentar que no caigan más jugadores. Igual que hay que evitar recibir tres goles por partido, porque así es casi imposible conseguir resultados.

-A pesar del 3-0 final, en la segunda mitad de Balaídos se vio un Levante más aguerrido.

-Independientemente del sistema, en la segunda parte estuvimos más cerca de lo que queremos conseguir; el caso es que también lo podemos hacer con un 4-3-3. En la primera parte, con ese dibujo, nos costó llegar a la referencia, estuvimos un poco encogidos.

-También habrá que atajar los errores individuales impropios que se han cometido en las primeras nueve jornadas.

-Pues sí, porque hemos encajado muchos goles evitables.

-¿Cómo se combaten esos fallos?

-Hay que trabajar todo lo que se pueda e igualmente lograr que el jugador recupere la autoestima, la confianza. Cuando entra en una mala dinámica, uno hace en el campo cosas que en condiciones normales no haría por miedo o nerviosismo.

-Al acabar el partido de Vigo advirtió que «hay mucho que mejorar en la elaboración» de juego.

-Tenemos que ir creciendo. La mala dinámica de resultados genera inseguridad con la pelota, dudas. Está claro que las condiciones del propio futbolista nos harán ser más fuerte en otras fases del juego, pero como mínimo tenemos que ser correctos con el balón. El fútbol es una armonía; para defender bien, también hay que respetar el balón cuando lo tienes. Sino, la defensa no sería efectivo, porque terminaríamos muy cansados.

-¿Echa en falta la presencia de un organizador al uso en la plantilla, tipo Fran Rico en el Granada?

-Tenemos varios medio centros que cuando encuentren un poco el sitio en el sistema y se complementen, cuentan con capacidad para compartir el peso del juego. Pero para eso, la defensa también debe implicarse para que el balón salga de ahí en las mejores condiciones posibles, y los delanteros en sus acciones deben ser más colectivos y perder menos balones.

-Decía antes que hay que recuperar la autoestima del equipo. ¿Tan baja se la ha encontrado?

-La semana pasada fue muy extraña, muy difícil para el grupo. En esta, se le nota más dinámico, participativo. Con la salida de un entrenador, la gente tiende inicialmente a ser conservadora, a intentar no equivocarse.

-A diferencia de Mendilibar, usted es conocido por su amor por la estrategia. ¿Qué porcentaje de importancia le da usted al balón parado en este equipo?

-Creo que es importante en todos los equipos. El Atleti fue campeón de Liga con un gran aprovechamiento de los recursos a balón parado; y el Levante, que tiene un especialista en el golpeo y varios en los balones aéreos, debe sacar varios puntos en esas acciones.

-Se está creando un clima colectivo, con afición y club incluidos, en pos del triunfo ante el Almería. ¿Qué pasará si no se consigue y el equipo se hunde más en la clasificación?

-Prefiero no pensar en eso. Hay que ser optimista; lo que que tengo claro es que aunque perdamos el domingo, quedarán muchísimos partidos por jugar. El año pasado, el Almería llegó a Valencia después de más de diez jornadas sin ganar, allí lo hizo y luego se salvó.

-¿Apostamos por la salvación de ´su´ Levante entonces?

-Sería incomprensible mi fichaje por el Levante si no creyera realmente que cuenta con posibilidades para conseguir el objetivo, que en este caso es la salvación. Ese es mi planteamiento cada vez que me sumo a un proyecto.

-¿Y porque tenía una deuda pendiente después de aquel contrato con los de Tomelloso que nunca llegó a ejecutarse?

-Parece que estaba predestinado a venir antes o después al Levante. Es un equipo al que me he enfrentado muchísimas veces en Primera y Segunda, sin ir más lejos el año pasado; y al que tanto yo como el resto de miembros de mi cuerpo técnico conocíamos esta misma temporada. Hicimos un seguimiento de aquellos equipos a los que teníamos posibilidades de ir en las primeras jornadas, y de hecho vimos el Málaga-Levante en directo en La Rosaleda; Madrid y Barcelona, en ese sentido, no me preocupan mucho (bromea). Solo los veo por afición.