Exactamente igual que hace dos años cuando lo que estuvo sobre la mesa fue la continuidad de Juan Ignacio Martínez, el restaurante Bergamonte de la Pobla de Farnals volvió a ser el escenario de una maratoniana reunión de final de temporada y principio de la siguiente con el entrenador del Levante, en esta ocasión Lucas Alcaraz. La única diferencia fue la presencia de Quico Catalán en un cónclave que se alargó más de seis horas, desde las 14:20 a las 20:43, y en el que presidente, director deportivo y técnico estuvieron trazando las líneas maestras y sentando el resto de bases del próximo proyecto, el sexto consecutivo en Primera División.

La cita se programó con la idea de que fuera la antesala de una reunión con el Consejo de administración en la que con la presencia de Manolo haya luz verde tanto a la renovación de facto del entrenador como al plan de reestructurar en profundidad la plantilla, lo que exigirá una mayor inversión económica para dar un salto de calidad y afrontar los gastos de entradas y salidas que esa política conlleve. El lunes era inicialmente el día programado para el encuentro oficial de la directiva con el director deportivo, pero fuentes del club confirmaron durante la tarde un obligado atraso en esta fecha por motivos que no se concretaron. Esta circunstancia, no en vano, precipitó un encuentro informal después de la cita en Bergamonte para exponer los detalles del nuevo proyecto.

La renovación automática de Alcaraz tras la consecución de la permanencia y la confirmación a nivel extraoficial de que continuará siendo el entrenador es el plato fuerte de la semana en Orriols, donde su figura es motivo de controversia al menos de puertas para adentro. Y es que el granadino genera posturas enfrentadas entre los que lo respaldan por sus resultados y quienes preferirían una vuelta de tuerca en el banquillo. El debate no es ajeno ni a la planta noble ni al vestuario.

Los planes en este momento pasan por una reestructuración profunda, aunque el propio Alcaraz declaró ayer antes de la comida en Bergamonte que "aún no se ha decidido el futuro de cada jugador". "El director deportivo toma las decisiones, pero el talante suyo es dialogar con la gente, entre la que se incluye el entrenador. Es una responsabilidad de la dirección deportiva, pero no me gustaría que fuera demasiado extensa la plantilla, cuanto más te ajustes a un número de jugadores utilizables y suficientes mejor", dijo el técnico, en la línea del deseo que ya tuvo en vísperas del mercado de enero de contar con un grupo más reducido.

A vueltas con la cláusula

Sobre su continuidad, Alcaraz se refirió abiertamente a la cláusula de 200.000 euros para que el club rompiera unilateralmente su contrato, respecto a la cual lo cierto es que había habido silencio hasta conseguir la permanencia: "Se ha explicado por activa y por pasiva que estaba puesta respecto a la posible reelección del presidente en diciembre, pero por lo que sea no se ha interpretado o no se ha querido parar esa tendencia. Incluso el presidente llegó a decir que si él prescindía de mí, tendría que pagar el contrato entero moralmente hablando".