El Ciutat emitía desde el primer instante una relajación merecida. Un premio soñado a un sufrimiento superlativo con final feliz. Sin duda que un panorama impensable apenas un par de meses atrás. Un epílogo de estas características es menos épico, pero tiene más mérito y es una inyección de vida. Sin las urgencias clasificatorias de dos horas más tarde, la grada buscó argumentos para no caer en el aburrimiento. Fue una despedida con mensaje; un envite que comenzó con una nueva muestra de ´hacer grupo´ de Juanfran al reunir a los familiares de sus compañeros en el vestuario antes de saltar al césped, curiosamente con las nuevas camisetas, que algunos lucieron por primera y última vez. Alcaraz insistió durante toda la semana en la importancia de regalar un cierre de curso con buenas sensaciones. A la postre, 37 puntos, 11 menos que la última Liga e idéntico desenlace.

Para Mariño no era un encuentro intrascendente en una temporada en la que ha estado más señalado que destacado. El arquero gallego salió por la puerta grande, cambiando los pitos por aplausos, sobre todo desde el mano a mano en los once metros con Aarón Ñíguez, que se saltó a la torera el régimen de lanzamientos del Elche, con el consiguiente cabreo de Escribá: "El cuerpo me pedía no dejarle ni sentarse en el banquillo cuando lo cambié y la suerte que tiene es que la temporada ha terminado".

El recital del ´13´ sirvió además para que el Levante no cerrara la temporada como el equipo más goleado. Rayo y Córdoba acabaron con un tanto más (68). Su parada no fue por casualidad. "Conocía a Aarón, había estado con él en las inferiores de la selección, sabía que le gustaba tirar al medio y eso fue lo que se me pasó por la cabeza. Decidí aguantar hasta el final", afirmó Mariño. Es el segundo penalti que repele, y contra el mismo rival, igualando el registro de Munúa en la campaña 2011/2012. El posterior rechace siguió los mismos parámetros y el granota sacó una mano milagrosa para enviar el esférico a saque de esquina. Orriols rugió y Diego celebró su doble parada con un gesto de rabia. Ese fue su momento culmen, no el único. En la primera parte casi se deja la cara para desviar un remate de Víctor Rodríguez, torpedeó a Cristian Herrera más de una vez y completó su partidazo con una reacción felina a una falta venenosa de Damián Suárez.

"Hoy el brazalete es para ti"

Entre cánticos de agradecimiento y peticiones de renovación, el Ciutat se levantó para despedir a Pedro López cuando el lateral fue cambiado. Fue un guiño de reconocimiento para un ejemplo de compromiso, para un futbolista que desapareció del ´evangelio de Lucas´ desde el estreno del granadino en Balaídos, pero que nunca ha alzado la voz, que se ha preocupado por mantener firme y unido al vestuario, sobre todo cuando peor pintaban las cosas. Sin esperárselo y antes de saltar al verde, Juanfran le cedió el brazalete de capitán, que luego se lo devolvió cuando dejó su sitio a Sissoko. "Es tu día, te lo mereces por lo mal que lo has pasado esta temporada", le dijo. Alcaraz le abrazó en el banquillo. Su futuro es una de las aristas por pulir. Es evidente que con el granadino pinta en chino por mucho que tenga contrato en vigor. Fue noticia que formaran juntos en la última foto los tres portadores oficiales del brazalete.