El cumpleaños de Juanfran es una tradición en cada pretemporada. Los 39 ´tacos´ que ha celebrado en Oliva le consolidan en el podio de los ´abuelos´ de la Liga. Delante, todavía en activo, tiene a Valerón, adversario en el primer desplazamiento de la Liga ante la UD Las Palmas, y el también canario, pero jugador del Deportivo, Manuel Pablo. Otros ´cuarentones´ como Ricardo, Carboni, Donato, Songo´o o César Sánchez dejaron su sello en la competición. Sin embargo, el récord lo ostenta, y con diferencia, Horace ´Harry´ Lowe, quien llegó a finales de 1930 a San Sebastián como técnico, donde estuvo cinco temporadas y dirigió 161 partidos oficiales, pero que tuvo que calzarse las botas con 48 años en un duelo ante el Valencia a domicilio en marzo de 1935 porque uno de sus jugadores enfermó durante el viaje y por aquel entonces estaba prohibido variar la formación inicial.

El capitán granota vive su ´cumple´ con el mismo grado de compromiso y de creencia en su posibilidades que cuando era un chiquillo: «Siempre que uno cumple años es especial. Todos los días me levanto con muchas ganas de entrenar, de hacer las cosas bien y de que el equipo funcione». Su DNI no conjuga con los años de fútbol que lleva en sus botas. Su espíritu sigue siendo subversivo. Se rebela contra los que piensan que no le queda cuerda. A sus 39 primaveras sigue al pie de cañón, desafiando a la lógica y preparado para ser de nuevo clave para Lucas Alcaraz tanto dentro como fuera del campo.

El ´papá´ del vestuario fue el protagonista en Oliva. Normalmente no pasa desapercibido, pero este miércoles 15 de julio era su día, el de su 39 cumpleaños. Hubo manteo en el entrenamiento matinal, muchas felicitaciones y tarta en la cena. Sonrisas que fortalecen aún más al grupo entre tanta exigencia del cuerpo técnico. Desde las pruebas de esfuerzo en València del 6 de julio, Juanfran tenía clarísimo que ahora era «el momento de sudar». El recuerdo de la tendinitis rotuliana del verano anterior está enterrada. Aquella bofetada le ha hecho, sin duda, más fuerte. «La pretemporada se está llevando bien, son muchas sesiones continuas, pero la metodología de Lucas es cómoda, a pesar de que estemos trabajando casi todos los días en jornada matinal y vespertina. Por la mañana, insistiendo un poco más en el aspecto físico, en la resistencia o la fuerza y por la tarde, con la presencia de más balón. Es gratificante cuando un jugador puede ver el cuero», esgrime el de Barona.

En el horizonte del capitán está arrancar con buen pie la Liga. Él tuvo que seguir desde la barrera un inicio adverso que condicionó más de la cuenta. Además, con el recadito del doctor Ramón Cugat, que se vio en la obligación de recalcarle que tuviera mucho cuidado en la recuperación, sin correr riesgos, para no lamentarse más. Juanfran ya mira de reojo el estreno de Liga ante el Celta, un adversario querido para él, donde estuvo cinco temporadas en la élite (176 partidos y 9 goles). «Enfrentarte a exequipos en los has estado a gusto, te han acogido muy bien y te has sentido como en casa, siempre es especial. El Celta es un rival difícil, que hace un fútbol muy vistoso, juega bien y tiene las ideas claras, pero la ventaja que tenemos con respecto al año pasado es que conocemos la forma de trabajar del entrenador y seguimos haciendo hincapié en aspectos muy tácticos», desgrana el central.

Está encantado con los nuevos

Juanfran defiende la implicación mostrada por los nuevos de la clase. A su juicio es «sencillo» formar parte del orden establecido del colectivo. «No hay que decirles nada. Con el funcionamiento diario, ellos solos se meten en el equipo. Este vestuario no pone pegas a nada y sabe que los que llegan tienen que sentirse cuanto antes como en su casa. Los cuatro (Roger Martí, Verza, Rubén Martínez y Ghilas) están muy cómodos. Te lo demuestran cada día y se han dado cuenta de que forman parte de una familia», explica. Por ser el dueño del brazalete, Juanfran es el responsable de darles la bienvenida. Incluso antes de vestirse de corto, es tradición, como así reconoció Verza en su presentación, el telefonazo del ´capi´.