Zou Feddal ha llegado con 26 años al Levante, pero pese a sus juventud trae un importante bagaje ya en la maleta. El futbolista marroquí ya sabe lo que es que le hagan «la cruz» en un club como él mismo admite; ha estado presente en una olimpiada; se quedó a las puertas de firmar en el fútbol ingles cuando era poco más que un niño por problemas burocráticos; ha vivido recientemente un drama económico como el del Parma donde coincidió con futbolistas de la talla del mismísimo Cassano; y, sobre todo, sabe lo que es hacer viajes desde Marruecos hasta Figueres en su infancia, junto a su familia, por los avatares de la vida.

Siendo un niño disfrutaba jugando al fútbol en las inferiores del At. Tetuán, el club de su ciudad, pero la necesidad de buscar ingresos en cierta medida le cambió la vida, como él mismo explica: «Mi padre emigró a España a trabajar porque somos gente humilde, no teníamos medios. Vino y nos trajo a mi familia, a mi hermano y a mi madre. Me metí en la escuela y empecé a estudiar, pero no me iba bien, no me gustaban los libros, y me dediqué al fútbol. Me metí en un pequeño equipo, en un pueblo que se llama Peralada. Allí una persona, Napo Cayuela, me ayudó mucho, él me puso en contacto con el Terrassa y me llevó a probar, le gusté a Sergio Lobera y ahí empezó todo. San Roque de Lepe, en Teruel solo cuatro meses con Calderé...». Esa es la parte más futbolística de una historia que también entraña un importante coste social: «Vine joven, con seis años, pero volví a mi país y estuve cuatro años allí. Mi padre no tenía trabajo permanente y decidimos volver a nuestro país, y cuando encontró trabajo fijo ya vinimos todos. Yo con doce años estudiaba en mi país, venía aquí un año a estudiar y tenía que volver a mi país, iba para arriba y para abajo. Íbamos y veníamos en algún vuelo... pero he cogido también muchas veces el autocar. Veinte horas de carretera. De Algeciras hasta Gerona, hasta Figueres. Era cruzar el charco de Ceuta a Algeciras en Euroferri y de ahí en autocar hasta Figueres...».

El Espanyol le fichó y ahí se acercó al fútbol profesional, aunque de su salida de la entidad blanquiazul no guarda un buen recuerdo: «Yo con Pochettino estaba muy bien, pero tuvimos un pequeño roce. A mí me convocó la selección sub-23 de Marruecos para jugar la Copa África, no era fecha FIFA y yo salía de una distensión de ligamento que era un mes. El club como que no me dejó ir y claro, yo que soy un poco patriota, que quiero a mi país como toda la gente quiere a su país, no quería rechazar esa oportunidad de poder ir a jugar con Marruecos y me recuperé justo. El club no me dejó ir, me recomendó no ir, pero yo hice el esfuerzo y acabé yendo a la Copa de África. Nos fue muy bien, llegamos a la final, nos clasificamos para las olimpiadas de Londres y jugué, fui importante... pero cuando volví al club ya no me miraron más. Me miraban con un ojo de menos y no me trataron bien nunca. Ahí ya tuve que irme y rescindí. Entrenaba con el primer equipo, fui convocado a Bilbao en Copa del Rey... pero me pusieron la cruz. Incluso, cuando volví a Barcelona, nadie me preguntó cómo me fue por la Copa África. Ni se interesaron por mí».

Pese a su temprana edad, Zou es un trotamundos que incluso coqueteó seriamente con la Premier League en su día: «Me fui a Inglaterra al Charlton Athletic veinte días, pero era extracomunitario y por eso no pude fichar. Yo contaba con que iba a tener pasaporte europeo, pero no lo tuve y tuve que volver. Todavía no era internacional sub'20 por Marruecos y no podía jugar en Inglaterra».

Ahora aterriza en Orriols tras una experiencia en el Parma italiano en la que ha vivido una de las caras más desagradables del fútbol. Es consciente de que el club prometía cantidades a jugadores que luego jamás pudo pagar, pero también ha tenido allí la oportunidad de compartir vestuario con un genio como Antonio Cassano: «Los jugadores perdonamos el 75% de los que nos debían para que el club se salvase, pero finalmente ni aún así ha podido ser. En teoría ahora nos pagarán el 100%... pero a saber dentro de cuántos años».

Zou ha llegado al Levante con el poso que otorga una carrera llena de vivencias y con el objetivo claro de saldar una especia de deuda pendiente. Tienen una espinita clavada con el fútbol español. Aquí es donde empezó a coquetear con el profesionalismo, aunque ha sido en Italia donde ha cuajado en la elite. Ahora regresa al país en el que despuntó dispuesto a hacerse un hueco en el fútbol español. Esta temporada, a la espera de que se cierre el plantel, va a tener que competir con Trujillo, Juanfran, Navarro y Simao Mate por hacerse con alguno de los tres puestos que el sistema de Alcaraz ofrece ahora en el centro de la zaga, aunque en su presentación ya dejó entrever que si hay que jugar de lateral lo hará.