Es ya casi una costumbre que José Manuel Fuertes Vidal presente la dimisión al final de una de cada una de las reuniones del Patronato de la Fundación. El martes, sin embargo, optó no hacerlo. Quiso dar ejemplo, no porque haya cambiado de idea, sino para apaciguar los ánimos tras un cónclave que había empezado con buenas caras y concluyó tenso y con varios patronos anunciando la renuncia a su cargo. A estos se les pidió que aplazasen su decisión en el tiempo, aunque únicamente para evitar que la fragmentación acabe trasladándose al levantinismo en general. La reformulación del modelo de Fundación y la entrada de caras nuevas se antoja imparable.

A partir de septiembre, en el próximo cónclave de su comisión ejecutiva, se profundizará en la manera de democratizar la gestión del citado organismo. Una posibilidad que lleva más de un año en estudio y que la oferta de Sarver ha puesto de rabiosa actualidad. Fueron varios los patronos que durante el debate que se suscitó ayer apostaron firmemente por la misma. El cambio de estatutos ya planteado ante la posible llegada al club del inversor yanqui se asumiría a pesar del ‘No’ a este. En ese escenario se quería evitar que el magnate controlase la Fundación a través de los consejeros y ahora serviría igualmente para restar peso al órgano réctor de la entidad de Orriols.

Antes de la votación pudieron expresar su opinión todos los presentes. El último en hacerlo fue Quico Catalán, quien aprovechó para avanzar que se iba a posicionar en contra de la venta de la mayoría accionarial. A él se alineó su padre y consejero, Pedro Catalán.

También hubo quien aprovechó la ocasión para hacer que costara en acta la necesidad de eliminar la presencia de instituciones en el Patronato. El argumento es que estas han agotado su misión (no acudieron cuatro y delegaron su abstención Cámara de Comercio y Universidad Católica) después de seis años de vida de la Fundación.

En el Ciutat se dieron cita dos representantes de KPMG, la consultora contratada por Robert Sarver; y uno de Price Waterhouse. De su cuenta corrió la explicación punto por punto del contrato de venta negociado con el estadounidense durante el último mes. La mayoría de patronos tuvieron ayer por primera vez, justo antes de emitir su decisión, la posibilidad de ver con sus propios ojos una copia del acuerdo alcanzado entre las partes. Copia, por cierto, que les fue retirada de las manos para evitar futuras filtraciones o reproducciones públicas.

La reunión fue subiendo de tono a medida que se fue acercando la votación para definir la postura formal de la Fundación, de tal manera que se produjo un intercambio de recriminaciones entre los defensores ‘No’ y los del ‘Sí’. Los primeros se mostraron disconformes con la defensa a ultranza que alguno de los partidarios de Sarver había hecho de la propuesta del mismo en público en días anteriores. De este segundo colectivo también surgieron reproches respecto a la resolución del mismo.

Los patronos emitieron su postura respecto a la oferta de Sarver a mano alzada. El recuento, aunque a simple vista ya estaba claro el resultado, corroboró el rechazo al inversor y la continuidad de la Fundación como máximo accionista del Levante. Y desencadenó una última oleada de reproches y dimisiones —la de Grima, del SAM—, que marcarán un antes y un después en la institución. Nada imprevisible tras un proceso único en los 106 años de historia del club.