Con la temporada todavía en pañales, partidos como el del Ciutat son los que marcan la personalidad de un equipo para los restos. El Villarreal, prácticamente intratable hasta ahora, se encuentra con un escenario desconocido: defender por primera vez en su historia el liderato de la Liga. Y el Levante... ¿qué decir del Levante? De tan necesaria como es a estas alturas, la victoria se ha convertido ya en una obligación para Lucas Alcaraz pero también para sus pupilos.

Parece reduccionista plantear el duelo autonómico únicamente en clave de juicio final para el técnico, aunque de verdad lo sea. Una derrota condenaría prácticamente a la destitución al granadino, del mismo modo que dejaría a los granotas al borde de la depresión: con solo tres puntos en seis jornadas, ahora mismo son colistas en solitario. Además, el paro liguero se haría muy largo como antesala de la martirizante visita al Santiago Bernabéu, donde normalmente se abren heridas, no se cierran.

Como sea, pero el Levante debe ganar por primera vez en lo que va de campaña. Es el único equipo que no lo ha hecho. Remar a contracorriente siempre es peligroso, por mucho que el año pasado se solventase una situación muy parecida tras la marcha de Mendilibar y la llegada del propio Alcaraz. De ahí que no esté de más el apoyo de la grada; como recordaba el técnico en su comentada rueda de prensa del jueves, «juntos somos más fuertes». Para contrarrestar al submarino, invicto en la competición y escoltado en el Ciutat por más 1.200 seguidores, la Delegación ha preparado un tifo con 6.000 banderas. Las peñas han hecho suyo el llamamiento lanzado desde el propio club, con los jugadores incitando a acudir al estadio a través de las redes sociales en los últimos días.

Ha sido una semana de todo menos tranquila. Mientras los amarillos celebraban su privilegiada posición y ganaban su compromiso intersemanal en Europa, en Orriols se acrecentaba la «sugestión generalizada» -en términos del propio Lucas- en torno a la figura del técnico. Las dudas sobre su permanencia en el banquillo traspasan el entorno y el vestuario, hasta llegar al corazón del club. Ha comenzado el baile de nombres de posibles sustitutos, aunque el granadino sigue su camino. Aparte de reforzar sus postulados y separar el polvo de la paja en su plantilla a base de charlas individualizadas, tuvo tiempo para ver a los de Marcelino en El Madrigal el pasado jueves.

El desgaste físico, que ante el Getafe se convirtió en un atenuante, tiene que jugar en este caso a favor de los granotas. El propósito al mismo tiempo es limitar los errores propios en las entregas y potenciar las virtudes ofensivas, con llegadas más certeras al área. Y de paso, secar en ataque a un Villarreal que hará rotaciones sin renunciar a su constante ataque por el centro. Cuatro derrotas seguidas en los últimos precedentes son demasiadas, sobre todo si se tiene en cuenta que el Levante ni siquiera ha marcado a los amarillos desde aquel postrer 1-0 en el Ciutat en Fallas de 2013.

Árbitro polémico pero talismán

Como si no tuviera alicientes la cosa, vuelve Álvaraz Izquierdo al Ciutat por primera vez desde el Levante-Granada del pasado curso. Aquel fue el partido que acabó con tres expulsiones (las de Ramis y El Arabi, de muy díficil justificación) y la apoteósica remontada final granota, en plena reacción hacia la permanencia. El trencilla catalán, abonado a la polémica, es el que mejores números presenta para los de Orriols en la máxima categoría, ya que diez de sus 17 precedentes han acabado con victoria. No ocurrió en la visita villarrealense de hace dos años, cuando los visitantes ganaron 0-3 después de un tempranero penalti y expulsión de Keylor.

Alineaciones probables:

Levante: Rubén, Simao, Feddal, Juanfran, Toño, José Mari, Iván, Camarasa o Morales, Lerma, Ghilas y Deyverson.

Villarreal: Areola, Rukavina, Mario Gaspar, Víctor Ruiz, Jokic, Pina, Trigueros, Samu García, Nahuel Leiva, Baptistao y Soldado.

Árbitro: Álvarez Izquierdo (Colegio catalán)

Estadio: Ciudad de Valencia.

Hora: 18.15.