Apenas unas semanas después de regatear su despido gracias a la victoria contra el Villarreal, Lucas Alcaraz cumplió este miércoles un año como entrenador del Levante. Un aniversario adornado con una entrevista en la web oficial en la que también se le felicitó por sus 250 partidos en Primera y en la que, entre otras, dejó esta reflexión nada baladí: "No es fácil tal y como está el mundo de los entrenadores". No en vano, el pasado lunes caía Paco Herrera, cuyo relevo en el Las Palmas ha sido a la sazón uno de los nombres que sobrevolaron al propio Alcaraz durante los días de autos: Quique Setién.

Alcaraz superó el examen del Villarreal y, pese al resultado, salió airoso del Bernabéu, donde se malograron oportunidades en ataque y se regalaron demasiadas en defensa. A diferencia de lo ocurrido con Mendilibar, destituido ipso facto tras una goleada en el Ciutat ante el Madrid, los azulgranas aguantaron el tirón. Sin embargo, la realidad es que el equipo es antepenúltimo con seis puntos en la tabla, sólo uno más que el Granada y el mencionado Las Palmas, su situación continúa estrechamente ligada a los resultados. El próximo domingo será una auténtica reválida ante la Real Sociedad, que con seis puntos y un mal arranque también tiene a Moyes en la picota. Un partido para el que el deseo de Lucas es repetir "la atmósfera que había el día del Villarreal con la afición, no sólo en cuanto a número, sino en cómo se consiguió un triunfo bonito y trabajado".

Convencido y sin interferencias

Pese a los momentos peliagudos vividos en las últimas semanas y el difícil equilibrio dentro del vestuario, especialmente en lo que respecta a los descartes, Alcaraz ha demostrado en este periodo de turbulencias que guste o no está convencido de lo que hace. El técnico se mantiene fiel a su sistema con tres centrales y ha evitado en sus últimas declaraciones interferencias con el club, volcado ya en el mercado de enero.