Llegó a El Molinón estando en el ojo del huracán, pero en esa peliaguda tesitura el guardameta Rubén Martínez fue uno de los principales protagonistas por sus buenas intervenciones. En especial en el penalti que le adivinó a Jony, sin duda la más destacada de todas. El gallego se lanzó con decisión hacia la derecha y acertó. Se resarció así de las dudas a su alrededor después de las que habían surgido en los últimos partidos y regresaba a València especialmente reforzado. No en vano, después de un notable inicio, sus indecisiones habían motivado un trabajo específico con el cuerpo técnico para mejorar tanto sus prestaciones como las de Mariño y Jesús, que siguen inéditos esta temporada.

El de Gijón fue el cuarto penalti que le lanzan este curso: Alcácer le marcó, mientras que Messi le metió uno y falló otro. Dejar la portería a cero, pese a que según Rubi lo lógico habría sido encajar algún gol, hizo el resto para que Rubén mejorara en líneas generales su cotización. Y eso pese a declarar que en ningún momento llegó a sentirse cuestionado: «Yo no he notado ningún tipo de presión extra, de dudas. Es normal que cuando falle un jugador se le critique, sea yo o cualquier otro, y que cuando esté bien se le aplauda. La afición está para las dos cosas. Pero por uno o dos fallos, tampoco creo que sea para echarse las manos a la cabeza», asegura el gallego, que volvió a ser decisivo ante una pena máxima. Hacía cinco años, desde 2010, que no protagonizaba un paradón así. El último databa de un Almería - Málaga en el que su entonces afición celebró por todo lo alto su parada al nigeriano Uche. Ni si quiera el propio protagonista tenía demasiado nítido en la memoria ese recuerdo.

´Chivatazo´ desde el banquillo

El paradón esta vez, eso sí, tenía un secreto, tal y como el propio Rubén desvela haciendo referencia al preparador de guardametas con el que lleva trabajando desde que Rubi cogió las riendas del equipo: «Diego (Tuero) hace un estudio de los lanzadores de penaltis. Hay jugadores que ya han lanzado muchos penaltis y a veces es complicado acordarse de todo en el campo. Miré en ese momento hacia el banquillo y pregunté cuál era el lado preferido de Jony, y por suerte acertamos. Así que medio penalti es para Diego».

Más allá de su destacada actuación personal, lo cierto es que además de él, todo el Levante necesitaba un partido convincente «como este, ganando bien, con justicia». Según reconoce, «tuvimos ocasiones para meter un cuarto e incluso un quinto. Nos tenemos que quedar con las sensaciones y el trabajo bien hecho, que ya habían sido iguales en otros partidos aunque por distintas circunstancias al final no nos salía un buen resultado. Esto nos viene muy bien anímicamente». En el apartado individual, eso sí, reconoce que todo le fue de «cara», igual que le ocurrió al resto de sus compañeros: «Unas veces sale bien y otras no, pero siempre intento dar el máximo, como mis compañeros», señala el gallego, que afronta el partido del próximo viernes contra el Betis con la moral alta.