Pasado el susto, queda la duda: ¿Trujillo tuvo muy mala o muy buena suerte en Getafe? Dos meses después de correr riesgo real de perder la visión del ojo derecho, el central cuenta con el alta oftalmológica y en breve podría dejar atrás los efectos deportivos del caprichoso pelotazo que le propinó Lafita; un percance que le provocó multiples roturas y un principio de desprendimiento de retina, en un caso único en el mundo del fútbol. Su proceso de recuperación no se ha apoyado en literatura especializada alguna, ya que ese tipo de lesiones son propias de deportes de contacto (como el boxeo) o de aquellos que hacen saltos en picado al mar, por ejemplo en Acapulco, desde 50 metros de altura. Ahora puede hacer vida «completamente normal», pero hasta su efectiva vuelta a los terrenos de juego no se puede afirmar al 100 por 100 que esta se dé.

«Es muy difícil que un balón de fútbol, por su diámetro, golpee directamente en el ojo. La órbita suele parar el golpe, a diferencia de lo que sucede por ejemplo con una pelota de squash», explica el Dr. José María Ruiz Moreno, el especialista que intervino de urgencia al levantinista el 29 de septiembre, dos días después del impacto, a SUPER. Eminencia mundial en la materia, y presidente de la Sociedad Española de Retina y Vítreo, ayer pasó nuevamente consulta a Ángel en Alacant y le dio el alta postoperatoria tras haberle sometido a una estrecha vigilancia postoperatoria.

Ruiz Moreno destaca que «su evolución es buena y en breve llegará el momento de que Trujillo se reintegre a la práctica del fútbol», lo que podría reconducir la necesidad azulgrana de acudir al mercado invernal en busca de un central. Tanto el de San Fernando de Henares como el jefe de los servicios médicos del Levante, Miguel Ángel Buil, confían en que a finales de este mes o principios de 2016 esté a disposición de Rubi. Hasta llegar a este punto, y sin haberse marcado un plazo determinado en ningún momento, ambos han ido dando pasos con cautela; ante la falta de referencias, los avances han estado precedidos de visitas a la clínica del especialista en oftalmología. Ejercicios suaves en el gimnasio y de carrera, tanto en cinta como sobre el césped, formaron parte del tramo inicial de rehabilitación tras la obligatoria quincena de reposo domiciliario. A principios de noviembre comenzaría el trabajo con balón, aunque sin golpear este de cabeza.

Trujillo, de cuya evolución han estado puntualmente informados Quico y Manolo, ha recuperado ya «el 100 por 100 de visión» en el ojo derecho. La única secuela de la cirugía que se le tuvo que practicar, después de un primer intento fallido con láser en València que provocó su derivación con celeridad a Alacant, son dos dioptrías de miopía. A estas atiende el uso en entrenamientos y partidos de las famosas gafas de metacrilato, al estilo Davids. «Podría jugar solo con lentes de contacto, pero así tiene la zona más segura», relata Ruiz Moreno, quien pone fecha de caducidad a ese contratiempo. Cuando acabe la Liga, el central podrá operarse para corregir la miopía sin riesgo añadido alguno.

La buena praxis de Buil en las horas posteriores al percance —generado por el desplazamiento de la retina a consecuencia de la onda de choque del balonazo— resultó determinante. El galeno granota, por precaución, decidió en Getafe trasladar al jugador a un hospital y evitar su vuelta con la expedición, que hubiera resultado fatal. El daño que había provocado el pelotazo, no detectado entonces en su totalidad, habría derivado casi con seguridad en la pérdida definitiva de la visión en ese ojo a Trujillo en caso de subirse aquel domingo al AVE. La variación de presión del trayecto habría agudizado y acelerado el proceso de degeneración de la retina en pocas horas. «Su cuadrante temporal inferior (del ojo) llegó al quirófano en mal estado. Además de los desgarros había ya desprendimiento de retina, por lo que esta ta no se podía pegar con láser, soldando alrededor de los desgarros, como en casos menos graves. Hubo que realizarle una intervención de cerclaje con banda de silicona, retirándole el vítreo y fijándole la retina con láser» detalla José María Ruiz Moreno, satisfecho por el resultado de la operación y «contento» de que esta historia sin parangón apunte a un final feliz.

Trujillo afronta su particular reválida física: golpeos de balón con la cabeza, a modo de simulación de las acciones de juego. Al tratarse de impactos secos y próximos a la zona afectada, el defensa continuará chequeando el estado de su ojo semanalmente; lo hará con un especialista de València, sin necesidad de acudir a la consulta del reputado oftalmólogo. En primer lugar cabeceará balones de espuma. Después, de plástico. Y así irá aumentando paulatinamente la dureza del esférico en cuestión, hasta entrar en contacto con uno de fútbol en sesiones en solitario con el recuperador, Félix Vicente. Superado ese tramo, ya solo quedará ganarse de nuevo el sitio en el once.

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