Se veía venir y tras varios amagos llegó el día. Nabil Ghilas fue despedido este jueves con una pitada en el Ciutat. Con poco más de 6.000 espectadores, la protesta sonó tímida, pero suficiente como para interpretarla ya como primer signo de desaprobación. El argelino, que desperdició la mejor ocasión del duelo copero ante el EspanyolEspanyol hasta el gol, todavía no se ha estrenado en competición oficial (a pesar de que prometió "muchos goles" a su llegada) y su pobre rendimiento en lo que va de curso empieza a pasarle factura. Tampoco las «órdenes expresas» de ponerse a tope han hecho aún efecto. Iglesias Villanueva, aunque pitó fuera de juego antes de que disparara, le invalidó de manera injusta un tanto, pero ni eso sirvió para que la grada lo exonerara.

Y es que más allá de su acierto, lo que está bajo cuestión es su implicación. Eso sí, Rubi continúa esforzándose por enchufarlo y públicamente volvió a tirarle otro capote cuando le preguntaron por los silbidos. «Hay que estar al lado del jugador. Está intentando coger su mejor momento de forma. Ha tenido una ocasión que pudo terminar. No ganamos o perdemos por Ghilas. Habrá que tener un poco de tranquilidad», señaló el técnico, que no lo ha alineado como titular en Liga.

Aunque desde el club se niega que su futuro pase por una salida en el mercado de enero y a que en este sentido se han producido ya conversaciones con su agente, la realidad es que sobre la continuidad del argelino siguen pintando bastos.