Deyverson es una caja de sorpresa. A él se aferró Rubi en la segunda parte ante el Rayo para cambiar el guión de una final que apuntaba a decepción. El ‘guerrero’ no deja indiferente a nadie. Es capaz de fallar un gol a puerta vacía, perderse el Derbi ante el vecino por una expulsión innecesaria y pedir perdón de inmediato, protestar al árbitro hasta recibir una amonestación que además suponía ciclo o ponerse una camiseta sin el patrocinador principal y acabar marcando el gol de la victoria ante el líder Villarreal, pero también de sacarse un zurdazo imparable para Yoel y corroborar que es el ‘9’ más en forma, el más fiable, con sus peculiaridades, sin ser indiscutible para Rubi y con mejor coeficiente (goles-minutos) que otros delanteros que dejaron huella en Orriols como David Barral o Arouna Koné. En las tres victorias de la primera vuelta (Villarreal, Sporting y Rayito) ha sido protagonista. Únicamente Rubén Castro (Betis) y el exgranota Javi Guerra (Rayo) han marcado en todos los triunfos de sus equipos.

Lleva cinco tantos —seis si De Burgos Bengoetxea no le hubiera birlado el del estreno ante el Celta— y el del sábado fue el más especial, «el más importante de mi carrera hasta el momento». Un gol dedicado a su familia, que por primera vez lo veía en directo en Europa. Una volea letal, que le sirvió además para borrar de su mente el contragolpe que había dilapidado minutos antes. Cuando marcó no se lo pensó. Saltó a la grada y se fundió en un abrazo con su padre Carlos Roberto. Esta vez, su maravilla no fue dedicada de manera exclusiva a su mujer Jessica. «Estoy muy contento por tener a mi familia en Valencia, a mi padre, a mi madre, mi esposa, que lleva ya tiempo aquí conmigo, y a mi suegra. Es una felicidad enorme poder celebrar un gol tan significativo con ellos. Es el más importante de mi vida, el que más de mi carrera hasta el momento. Sobre todo poder compartirlo con mis padres, que han dado la vida por mí, que han peleado mucho para que estuviera en el fútbol. No hay mayor felicidad que tener a tus seres queridos al lado. Fue emocionante, ojalá lleguen más, pero sobre todo que el Levante consiga el objetivo», manifiesta ‘Dey’.

El corazón de Deyverson late con fuerza por su papá Carlos Roberto, su mamá Cristiane Quintiliano, su mujer Jessica y su suegra Rita. Sus aficionados más fieles. Granotas hasta la médula. Ellos mejor que nadie saben lo que le ha costado a Deyverson triunfar en el fútbol, con sus particularidades. «Ha trabajado mucho para llegar a una Liga tan importante como la española. Con confianza, seguro que seguirá haciendo goles», tiene claro su papá, más reservado, un héroe para el delantero azulgrana, que cerró el 2015 con ellos y ha comenzado el 2016 con un tanto que además de atajar la caída libre, le ha supuesto una inyección de confianza, una reivindicación ante su papel secundario a la sombra de un Ghilas que sigue sin marcar. Ahora se han acabado los errores, las amonestaciones estúpidas, los remates a puerta vacía al larguero. El ariete asume el reto de ser la referencia en la segunda vuelta. Por algo el Levante pagó este verano 1,8 millones de euros por él.

Su alegría fue un regalo para una familia humilde. Que el reglamento especifique que está prohibido «introducirse en la grada con los aficionados en la celebración de un gol» ni le preocupó. Melero López no le cortó el rollo; fue la amarilla que mejor le ha sentado. «Lo que quería era abrazarme con mi padre. Es un héroe para mí. Hasta estaba feliz con la amarilla, siempre que no perjudicara a mis compañeros. Lo que quería era ayudar a mi equipo y, sobre todo, conseguir esa victoria como fuera. Pasó, salté, le abracé y todos tan contentos cuando acabó el partido. No duele la tarjeta porque estaba muy feliz. Ahora lo que espero es que el Levante siga sumando puntos, con mis goles o los de cualquier otro compañero, para obtener la permanencia», explica. El gol de Pablo Hernández puso el miedo en el cuerpo, pero al final «hubo fiesta». «Siempre que marcó un gol le hago un corazón a mi esposa, que es la que me acompaña en cualquier instante, está a mi lado, disfruta de los buenos momentos y me aguanta en los malos. Ante el Rayo quería abrazarme a mi padre, porque nunca había podido y le debo mucho. Fue un partido muy complicado, pero al final hubo fiesta», añade el ‘20’ levantinista.

Eterna sonrisa, carácter alegre y extrovertido, un «tipo excepcional», como así le definió Rubi tras la alegría del tercer triunfo liguero. Así es Deyverson. «Nos ayuda muchísimo, está muy implicado, pero tenemos tres delanteros. Sufrimos bastante para marcar goles, llevábamos tres partidos sin hacerlo y él tampoco lo había logrado. De todos modos, es uno de los jugadores con más acierto de cara a la portería rival y eso también lo tengo que valorar», explicó el técnico sobre su peculiar artillero tras el respiro ante el Rayo. ‘Dey’ es peleón, sacrificado y no da por perdido ni un balón, aunque eso haya supuesto algún que otro perjuicio para el equipo. Esa hipermotivación le imprime más tensión a sus defensores, hasta el último segundo. Ese carácter rebelde le viene de su dedicación desde las inferiores de su país natal —se formó en el Gremio Mangaratibense—, sin miedo a nada ni a nadie. No es la primera vez que Deyverson se lanza a la grada para celebrar un gol. La última fue más curiosa, más humorística, en un entrenamiento con el Colonia. La tarjeta del sábado fue comparable a la que vio con el Os Belenenses para sellar la permanencia en la campaña 13/14. Era la última jornada. Ganar o morir. «Espero que al final de la temporada también estemos celebrando la salvación con el Levante, aunque me encantaría que fuera sufriendo un poco menos», pide.

Deyverson y sus ‘brincadeiras’ ‘brincadeiras’han dado mucho que hablar. Que se lo pregunten a Marcelino y su Villarreal o a la afición de El Molinón. Rubi le dio un estirón de orejas, público y privado. El trallazo al Rayo le servirá para recuperar el terreno perdido. En su mente está seguir ampliando sus números positivos en Vigo: «Hay que proseguir con el trabajo que estamos haciendo, vamos a seguir peleando, batallando. Hemos reconducido el camino, pero queda mucho y ahora queremos continuar igual. Hay que ir poco a poco, creyendo en nuestras posibilidades. Al final solamente es una victoria y hay que ir a por más».