Confirmado, efectivamente, que no se está fichando por fichar. El mercado de enero es la última oportunidad y el Levante UD está tomándosela como tal. Ha cerrado ya dos refuerzos, ambos de alto nivel, y aún faltan tres. Una auténtica revolución invernal en busca del salto de calidad que aleje el fantasma del descenso. No quedaba otra que ponerse las pilas y en eso está el club, que tras hacerse con las prioridades de Rossi y Cuero oficializará en breve la tercera: Atsu. Palmar sólo ha palmado a Koné, el central del Lyon, que era la cuarta. Media más que aceptable para un plazo en el que no están habiendo gatillazos, sin duda un avance. Rubi, al que como hombre de club comparan con Oltra, nunca se ha quejado de la plantilla a su disposición, pero a partir de ya va a tener una muy mejorada. Un bloque, aunque esté de moda decir lo contrario, mejor de lo que hasta ahora ha demostrado en el campo. Más que de calidad, el problema es de rendimiento, pero en eso tiempo habrá de entrar a degüello.

Un refuerzo muy ilusionante: ambición por todos sus poros

Evidentemente alguna tecla tendrá Rossi después de cuatro lesiones graves de rodilla, pero su calidad es incuestionable y lo es también la ambición que desborda por todos sus poros. Máximo artillero del Calcio antes de que se lo volvieran a cargar, además de sus goles el Levante necesita como agua de mayo jugadores con su carácter. Después de más horas de las que le habrían gustado en una cinta Alter G (tecnología antigravedad de la NASA), el nuevo delantero granota está como loco por jugar y sacarse la espinita clavada del último Mundial, cuando sobre la bocina Prandelli se lo limpió de la azzurra. Entre todas las opciones que tenía, muchas y variadas, ha elegido la del actual colista de la Liga, lo cual ya es un detalle revelador. Por cierto, aunque lo desmientan, muchas gracias al Villarreal por este cable.

Más madera para el ataque: ideas más claras y novedades

Salvo que Rubi vuelva a cambiar a última hora, el fichaje de Rossi debería ser el paso definitivo al 4-4-2, el sistema con el que se estuvo a punto de remontar en Balaídos. El técnico, que por las horas que le echa no será, tiene que conseguir sin ningún género de dudas que el equipo le entienda. Y si para eso es necesario más palo que zanahoria, que no lo dude: adelante.

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