Después de tener conocimiento del manifiesto de denuncia por la situación de la cantera, secundado por medio centenar de trabajadores, Quico Catalán envió un correo electrónico a los técnicos para informarles que una vez cerrado el mercado de invierno tomaría el ´toro por los cuernos´ para apaciguar la rebelión que reina en la factoría de Buñol. Reforzado el primer equipo y también el filial para subsanar la crisis deportiva, la «sensación de indefensión y falta de tacto» que se reclama en el documento, entre otros aspectos que no se desgranan con tanto detalle, es uno de los ´marrones´ que más preocupa al presidente Catalán, que más le urge encontrar una solución.

De este mes de febrero no pasa esa reunión solicitada en la carta «a los dos (el presidente y Manolo Salvador) para trasladaros nuestro sentir y, entre todos, alcanzar una solución acorde al prestigio que tiene este club». En los componentes de los cuerpos técnicos de las categorías inferiores que están de acuerdo con los aspectos discordantes existe la percepción de que la cúpula no sabe ni la mitad de lo que pasa en la Ciudad Deportiva. «Tenemos la sensación de que los altos dirigentes del club desconocen en qué condiciones estamos trabajando y, sobre todo, nuestro trabajo, esfuerzo e implicación en el día a día», suscriben los firmantes.

Que la carta haya salido a la luz pública ha acelerado la necesidad de escuchar el sentimiento de inestabilidad que se radiografía en el comunicado. Este grito al cielo esconde que el método se ha deteriorado y que solamente se sujeta por los éxitos conseguidos con el peaje del «desamparo y la lucha por la dignidad profesional por parte de la dirección de las categorías inferiores del club», un ´dardo´ contundente hacia David Salavert, director de la escuela, contra las cuerdas.

Hasta que Quico y Manolo Salvador no muevan ficha, entre los técnicos se ha optado por el silencio y seguir hacia adelante para que los esfuerzos reviertan en el crecimiento de los chavales. La dinámica en Buñol continúa su curso. En las altas esferas son conscientes de que deben ´bajar al barro´ y comprobar la realidad de una cantera que sigue dando alegrías, pero que le urge una profunda reestructuración ante el riesgo evidente de que el grifo de las alegrías se cierre. En lo que están todos de acuerdo es en la necesidad de que las diferencias con Valencia y Villarreal no se amplíen, una vez que el Levante ha aparecido entre ambos y reventando la lógica en más de una ocasión.

Una de las principales reivindicaciones, y que no es más que uno de los mandamientos principales de toda cantera, es que la progresión del canterano no concluya en en División de Honor y que pueda seguir avanzando en el filial sin acabar siendo otro Adrián Riera o Rober Sierra, que se han marchado cedidos a La Roda y el Mallorca B respectivamente, ante su nula participación, sobre todo el segundo, en el Atlético Levante, que no gana en el campo desde el 1 de noviembre.