Esta vez no falló y el Levante ganó la final que tenía ante el Getafe. Una victoria convincente con la que pese a dejarse llevar en la segunda parte ha conseguido no descolgarse y recortar puntos con la zona de salvación. Ahora el límite lo marca el Sporting con 4 más tras una jornada en la que de mitad de tabla para abajo sólo han ganado los granotas y el Espanyol.Sporting Espanyol El resultado fue balsámico para el equipo, que a nivel general estaba en el filo de la navaja tras el lamentable partido en Ipurua, y particularmente para Rubi, con un sensible descrédito a cuestas y en el ojo del huracán por Trujillo.

Pese a que Quico Catalán lo reforzó públicamente en la presentación de Orbán, ya que vaticinó que sería el entrenador la próxima temporada con independencia de si era en Primera o Segunda, lo cierto es que Rubi se había quedado muy debilitado por culpa de los malos resultados. Sólo tres victorias hasta el viernes tenían la culpa por las consiguientes dudas respecto a su metodología, del estilo a los vaivenes tácticos y la elección de jugadores.

Con un molde más reconocible, tres fichajes de inicio en el once titular -Rossi, Verdú y Medjani- aunque con Cuero como un discutible caso aparte más Morales como bastión ofensivo, Rubi no sólo silenció el ruido de sables, sino que dejando a Ghilas en la grada se reconcilió de paso con la afición, que aun así le silbó al entender que quitó a Deyverson por decisión técnica.

Más allá de las dudas existentes en el entorno, para el club no ha estado en la picota pese a la preocupación y la realidad de que por más que el míster catalán encaje como un guante en el día a día, al final son los resultados los que mandan. Tras la destitución de Alcaraz, está claro que los planes no pasan por otro relevo en el banquillo y salvo una hecatombe Rubi terminará la temporada, entre otras cosas porque un cambio a estas alturas tampoco se presume como garantía de nada tras haber volcado todos los esfuerzos en el pasado mercado de enero.

Opción a dos temporadas más

Al margen de si se consigue al final el objetivo de la salvación, las 13 jornadas que quedan de Liga serán claves para el entrenador, que no tiene cláusula de renovación automática, aunque sí una opción por contrato para el club de dos temporadas más siempre y cuando sean en Primera. Después de la experiencia con su antecesor, el Levante no quiso volver a atarse. Ni siquiera tampoco con una cláusula liberatoria como la de Alcaraz que finalmente se decidió no ejercer para terminar rescindiéndolo unos meses después.

De todos modos, no es el futuro del técnico el único que está en juego, ya que tanto el deportivo como el institucional también se perfilan muy ligados a la continuidad o no de los granotas en Primera División.