Rossi había terminado cabreado en los últimos partidos, sin poder marcar las diferencias hasta que llegó su rival favorito en el día más especial para el levantinismo. Amenazó con un remate de primeras que se estampó contra el palo y decantó el Derbi en la segunda que tuvo cuando Rubi empezaba a darle vueltas a su apuesta porque el dominio no se traducía en gol. Parecía que ´Beppe´ no estaba, pero de repente apareció. El latigazo del italiano llegó en una de las muchas demostraciones de fe de Deyverson. El brasileño forzó ante Mustafi un saque de banda imposible, Juanfran lo ejecutó en largo, como si de un córner se tratara, la zaga del Valencia se preocupó más en atar en corto a ´Dey´ y Rossi, con un toque sutil de espaldas a portería, puso el balón lejos del alcance de Diego Alves. «Todos fueron sobre Deyverson, porque saben que va muy bien de cabeza. No vi la pelota entrar porque estaba en torsión, pero cuando me giré y vi que era gol, me puse muy feliz. Ha sido una liberación, pero lo más importante es que son tres puntos fundamentales para el equipo, para la afición, cuyo apoyo ha sido muy grande. Estoy orgulloso del trabajo que hicimos todos», destacó el autor del gol.

El Valencia ya sufrió a Rossi con el Villarreal. Siempre que marcó, el Submarino puntuó y en su primer Derbi como granota no iba a ser menos. Es su víctima preferida, con cinco tantos en Liga „también al Atlético, Mallorca y Zaragoza„, más un par en Copa, que sirvieron además para pasar de ronda. En la celebración se desmelenó, se contagió de la locura del Ciutat y Deyverson limpió su bota izquierda, la del golazo, en señal de pleitesía. «No sabía que era el equipo al que le he marcado más goles, me lo han dicho. Es bonito continuar con la racha. Pero puedo hacer más, tengo que mejorar», recalcó. Fue el séptimo tanto a los blanquinegros, tercero con el Levante y el 125 en el fútbol profesional, 82 de ellos con la camiseta del Villarreal. Es el fichaje de invierno más eficaz con las mismas dianas que Cheryshev.

El ´segundo´ de Rubi

Ovacionado desde el Ciutat, el italiano fue cambiado por sexta jornada consecutiva, esta vez con mejor sabor de boca, aunque desde el banquillo también jugó y lo pasó fatal. Parecía el segundo entrenador de Rubi, dando instrucciones, trasladando a sus compañeros la necesidad de aguantar como fuera un triunfo de oro. A Mariño le insistió que amarrara el esférico, que no sacara rápido, que ganara unos segundos vitales, que dejara pasar el tiempo. Lerma también tuvo sus dosis de instrucción de Giuseppe: que se pegara como una lapa a Feghouli. Y a Morales le corrigió en la prolongación. Estaba más tiempo de pie que sentado. Con el pitido final fue el primero en felicitar a sus compañeros por la exhibición de sacrificio. Sobre todo a Juanfran cuando ambos se quedaron solos en el vestuario ya que fueron los últimos en salir en zona mixta. Los cinco minutos de prolongación se hicieron eternos para el Levante, aunque prácticamente todos pasaron lejos del área de Mariño. «Es mucho mejor estar en el campo, se sufre muchísimo en el banquillo. Si el míster me deja y puedo decir algo que creo que sirve para ayudar, lo haré. Hacía mucho que no vivía un partido con tantas emociones y ha sido muy especial ganarlo», añadió.