De servir para algo, por ejemplo para llegar a Vallecas con opciones, la victoria habría sido apoteósica y Orriols la habría festejado por todo lo alto al grito de «sí se puede». Sin embargo, más que júbilo y felicidad lo que provocó fue dolor. Como si en lugar de un gol lo de Rossi hubiese sido una puñalada trapera. No sólo al corazón de los atléticos, que se despidieron con él del título, sino también al de los granotas, que lo estaban haciendo de Primera. Tras mil y una ocasiones tiradas a la basura, el Levante ganó cuando ya no valía para nada. Otro gallo habría cantado sin el ridículo de Granada, el del descuento ante el Athletic o el atraco de Vicandi en Málaga por citar los tres epílogos del descenso matemático. Era de justicia, por tanto, que el equipo de Rubi saliese del Ciutat entre silbidos y en medio de una sensación de lo más agria pese a la victoria in extremis. Nadie tenía estómago para despedidas ni tampoco para pedir cabezas más allá de alguna pancarta aislada. Sólo había ganas de cerrar la puerta de un año para olvidar. Imposible de maquillar aun ganándole a uno de los finalistas de la Champions, protagonista también por la parte que le toca de un expediente X por la manera en la que jugó y perdió cuando le iba la vida.

Nada hacía presagiar lo que acabaría ocurriendo cuando de buenas a primeras marcó Fernando Torres. El ´Niño´, tras una clásica jugada de robo y definición, batió a Mariño con una de sus sutiles picaditas. Con el marcador a favor todo se ponía de cara para un Atlético que, sorprendentemente, empezó a sestear. Sin piernas tal vez por el sobreesfuerzo de Múnich y creyéndose con el trabajo hecho, empezó a diluirse y el Levante a crecer de la mano de Cuero y Casadesús, quienes a la postre fabricarían el tanto del empate. Lo marcó de cabeza el balear, sin duda uno de sus fuertes, tras un centro hacia atrás del colombiano, que antes de lesionarse volvió a dejar en evidencia a Rubi por haberlo tenido en el banquillo o la grada para quitarle el polvo. Aunque no ha servido para nada, la aparición del fichaje más caro de la historia es de lo poco potable que llevarse a la boca. A buenas horas.

Simeone se había permitido la licencia de dejarse en el banquillo a Griezmann y Carrasco, pero tiró de manual al descanso con el convencimiento de que sería suficiente. Sin embargo, aunque parecía que sí, no tuvieron reprís. Ni siquiera la posterior entrada de otro talismán rojiblanco como Thomas, aquel mediocentro que se quedó a las puertas, permitió al Atleti reconectarse a un partido del que se había ido para no volver. Sus contadas oportunidades, en especial la de Griezmann tras un regalo a medias de Simao y Casadesús, las solucionó un Mariño que en realidad tuvo menos trabajo que Oblak. Y es que, con los rojiblancos volcados y regalando metros a la espalda de sus centrales, en la portería del esloveno se fueron sucediendo las situaciones de peligro. Y eso que el Levante, que las resolvió fatal, parecía no querer marcar e iba fallando una contra tras otra. No atinó de vaselina Morales, que disfrutó de metros de pista para despegar, tras una buena cuchara de Casadesús. Pero sí que lo hizo Rossi, desplazado de la titularidad pero con minutos para despedirse y hacerlo con otro gol que por decoro era mejor no celebrar.

Ficha Técnica:

2 - Levante: Mariño, Pedro López, Navarro, Medjani, Juanfran; Lerma, Verza (Simao, m.63), Verdú; Morales, Casadesús (Rossi, m.79) y Cuero (Rubén, m.46).

1 - Atlético de Madrid: Oblak, Juanfran, Giménez, Savic, Filipe Luis; Augusto (Carrasco, m.46), Gabi (Thomas, m.69), Koke, Saúl; Correa (Griezman, m.46) y Fernando Torres.

Goles: 0-1, m.2: Fernando Torres. 1-1, m.30: Casadesús. 2-1, m.90: Rossi.

Árbitro: González González (C. Castellano-Leonés). Amonestó por el Levante a Juanfran, y por el Atlético a Giménez.

Inicdencias: Partido correspondiente a la jornada 37 de la Liga BBVA disputado en el estadio 'Ciutat de Valencia', ante 12.054 espectadores.