En una temporada marcada por la sobredosis de finales, la que más debería haberlo sido se ha acabado convirtiendo en un partido intrascendente para el Levante. Los granotas llegan el domingo a Vallecas descendidos desde La Rosaleda y, pese a la victoria estéril a efectos de clasificación ante el Atlético, mirando el reloj para que la Liga se termine cuanto antes. El último entrenamiento programado es el próximo martes, pero aun así futbolistas y cuerpo técnico han empezado ya a decirse adiós. Desde hace días, el aroma a despedida lo impregna todo, como ocurrió con la comida de equipo de ayer en un restaurante de la ciudad. Un evento marcado a fuego por el descenso y que a diferencia de los que se han venido produciendo a lo largo del curso apenas dejó rastro esta vez en redes sociales y demás, como era lógico.

La primera plantilla está consumiendo sus últimos días de existencia con una incertidumbre total sobre el futuro, ya que cualquier decisión está supeditada al aterrizaje del nuevo director deportivo. Pese a que Quico Catalán ha ido haciendo camino con distintos representantes con los que se ha reunido en las últimas semanas, la mayoría va a irse de vacaciones sin saber a ciencia cierta a qué atenerse, ya que con la salida de Manolo Salvador el club carece de la figura necesaria para el clásico reparto de notas del fin de curso, uno de los clásicos en Orriols.

Debido a la incertidumbre sobre la categoría de la próxima temporada, a la transición en la dirección deportiva y al vacío de poder existente en estos momentos, la planificación ha brillado por su ausencia. De los jugadores que terminan contrato en junio, ni siquiera se ha despejado la incógnita de Juanfran, cuya retirada o no continúa siendo un misterio, pese a que todo apunta a que habrá una importante diáspora tras el descenso. Sobre todo en casos tan cantados como Medjani y Rossi, sin opciones en Segunda.

Pese a todo, la idea es aprovechar lo mejor de la columna vertebral para el proyecto del ascenso, apartado en el que uno de los destacados es Jefferson Lerma. Desde el club el mensaje es claro, ya que una vez perfilado un presupuesto de entre 26 y 27 kilos, no habría problema para mantener el actual bloque. Con una sola excepción, todas las fichas se reducen a la mitad, pese a casos particulares como el de un Morales que puede irse cedido por 150.000 euros si no se la respetan.

Rubi, división de opiniones

A esta incertidumbre no es ajeno Rubi, quien ha dejado claro su deseo de seguir siempre y cuando el club no tenga dudas. La decisión sobre el futuro del técnico le corresponde también al director deportivo, pese a que en Orriols hay división de opiniones entre los que consideran inapropiada su continuidad y quienes entienden que su perfil es válido para Segunda, aunque tras el descenso está sin contrato.