Aunque será el nuevo director deportivo quien tenga la última palabra, el Levante va a apostar por mantener la misma columna vertebral. Esa es, al menos, la idea a la que el club lleva dándole vueltas desde antes de consumarse matemáticamente el descenso. Un plan que Quico Catalán compartió con los jugadores el pasado martes, cuando bajó por última vez a la caseta. El presidente, entre otras cosas, aseguró que se siente «con más fuerza que nunca» para afrontar el reto de ascender a Primera División y que «la base del ascenso ya está en el vestuario».

Futbolistas y técnicos se han ido de vacaciones sin que el Levante les aclare nada respecto a su futuro, tanto a los que tienen contrato para la próxima temporada como a los que no. Quico pidió comprensión por el momento tan particular en el que se encuentra el club, descabezado deportivamente tras el descenso a Segunda, y los emplazó a las próximas semanas para tener noticias. Ni siquiera hay día de regreso.

De los futbolistas presentes en el último entrenamiento, son 15 los que tienen contrato en vigor y 10 los que terminan o volverán a sus clubes de origen. Además, continúa en el aire el futuro tanto de un futbolista cedido como Rafael Martins, que en principio será el ´nueve´ del verano, como el de otros dos como Jason y Roger sobre los que hay que decidir si se ejerce o no la opción unilateral para renovarlos.

El nuevo director deportivo analizará uno por uno los casos, ya que hay futbolistas sin contrato que podrían entrar en los planes de futuro y viceversa. De hecho, pese a que la idea es mantener el bloque, eso no significa que se vaya a desaprovechar la oportunidad de hacer caja con alguno de los de mayor cartel. Además, están los casos particulares de los futbolistas con expedientes abiertos: Simao, Deyverson y Trujillo (también Zou Feddal, pero con el descenso ha quedado libre).

La visita de Quico tuvo poco que ver con las arengas con las que intentó espolear al personal cuando el objetivo de la salvación seguía en pie. En especial, con la de la previa del Getafe, cuando el equipo estaba a cuatro puntos de la salvación pero conservaba intactas todas sus opciones. Aquel día ya dejó caer que en caso de descenso habría que apechugar: «Si bajamos a Segunda lo haremos todos, incluidos nosotros y nuestras familias, no sólo el Levante». Aquella vez, con la indisciplina de Trujillo aún coleando, reprochó a los suyos que no habían estado a la altura contra el Eibar y que se tenía que notar que se estaban jugando la vida: «Hacedlo por 106 años de historia, por el escudo». Evidentemente, no funcionó.