Se acabó el casting. Tito ya ha tenido entrevistas personales con todos los candidatos que tenía apuntados en esa libreta que lleva debajo del brazo escalera arriba y abajo del Ciutat. Empezó con Sergi Barjuan y Luis Milla, ambos sin equipo, y ha terminado con Juan Ramón López Muñiz y Asier Garitano, los dos que le quedaban debido a que por respeto a lo que se estaban jugando, respectivamente, con el Alcorcón y el Leganés, la cita se aplazó al final de la Liga en Segunda. Entre medias han habido distintos contactos para actualizar información, en especial la de un míster como Bordalás, que fue el primero en conseguir el objetivo con el Alavés. Una vez terminada la ronda, sólo falta elegir y negociar. Garitano y Bordalás, ambos flamantes ascendidos, han declinado continuar adelante, ya que su intención es estrenarse en Primera la próxima temporada. En las últimas horas, Muñiz es quien más fuerza ha cogido, ya que su perfil es sobre el papel el que mejor encaja. Tiene contrato con el Alcorcón, pero las condiciones de su salida no serían muy problemáticas siempre y cuando esté por la labor. El asturiano, con experiencia también en la élite, ha entrenado cuatro temporadas en la división de plata y ascendió en su día con el Málaga.

Tanto Muñiz como Sergi por su cercanía a Tito y Luis Milla son sobre el papel los mejor colocados. Los tres comparten una silueta similar: conocen bien la categoría, son buenos gestores de vestuario y coinciden en esos «valores humanos» a los que tanto el director deportivo como su secretario técnico, Carmelo del Pozo, han hecho referencia en sus últimas entrevistas. En ellas, por cierto, también han hecho hincapié en la necesidad de sacarle «rendimiento» a la plantilla.

La idea del Levante, que podría estar preparando la puesta de largo incluso para esta misma semana, es que el próximo fichaje sea el del entrenador, lo que permitirá dar rienda suelta al resto de decisiones deportivas que hay pendientes y en las que pese a ello Tito y Carmelo llevan ya varias semanas trabajando. Económicamente el nuevo técnico tendrá que ajustarse a la política salarial del club en Segunda, por lo que su sueldo podría rondar los 200.000 euros, apenas una cuarta parte prácticamente de lo que en su día percibieron los cuerpos técnicos de Caparrós o Alcaraz. Eso sí, todo a expensas de la posibilidad de volver a Primera División al primer intento.

A pesar de que ya hay gestiones en marcha para reforzar la plantilla, la prioridad es cerrar la contratación del entrenador para de esta manera terminar de perfilar con él la columna vertebral. Y es que el nuevo técnico, con la famosa fórmula del consenso, va a tener voz y voto en la composición del equipo, tanto en lo que a los jugadores con contrato en vigor se refiere como a los fichajes y también a la posibilidad de ofrecer la renovación a alguno de los que ahora quedan libres. Eso sí, como normal general todo apunta a que esto último no va a ocurrir prácticamente con ninguno. Con la promoción de ascenso aún en marcha, el Levante trabaja sin prisa pero sin pausa, consciente de que de todas las decisiones deportivas que hay que tomar la del entrenador es la más crucial.

Tito y Carmelo le han dado a los jugadores con contrato un tiempo prudencial para tomar la decisión de si están o no por la labor de seguir en el proyecto, una cuestión sobre la que la mayoría se ha pronunciado, aunque no todos. Los técnicos tienen en este sentido perfilada la idea de un bloque en el que la «competitividad» es la idea motriz.