Si hay un número maldito en el Levante es el ‘9’. Los éxitos del pasado, así como algunos de los traspasos más sonados, han tenido a sus delanteros como exponentes. Los Caicedo, Koné, Oba Martins o Barral, aunque en el caso del gaditano solamente por sus registros goleadores en una segunda parte de campeonato para enmarcar, han dejado su sello, pero ninguno de ellos apostó por el ‘9’ a su espalda. Desde que cada jugador puede quedarse un número en propiedad, el clásico del artillero ha pasado con más pena que gloria, con la excepción de Javi Guerra, en el ascenso a Primera en la temporada 09/10 con Luis García. Un precedente al que aferrarse, sobre todo Roger, que ha querido desafiar a la maldición del ‘9’. Y eso que la gente de su confianza le insistió que lo dejara para otro, pero al artillero le van las emociones fuertes y se ha lanzado a esta aventura. En sus mensajes en las redes sociales siempre deja algún guiño a este dígito con borrones.

Rafael y Cuero fueron los propietarios de este dorsal en la desastrosa pasada temporada. Y el resultado agudizó la tradición. El brasileño, que ahora ha elegido el ‘17’, la ‘rompió’ en el Moreirense, y el cafetero llegó con la etiqueta de fichaje más caro de la historia del Levante y simplemente será recordado por un par de carreras en la poca bola que le dio Rubi. Le faltó continuidad, aunque tampoco es que hiciera méritos para mucho más. Menos mal que el Santos Laguna apareció hace unas semanas para minimizar los daños de uno de los últimos servicios de Manolo Salvador. Durante ese tiempo, Roger se marchó cedido al Valladolid. En esa media temporada previa como granota en Primera se enfundó el ‘14’. Lo cierto es que al inicio del ejercicio 2015/16, tras su fructífero paso por Zaragoza, no era muy partidario de escoger el ‘9’ si estaba libre.

Tanto en La Romareda como en su primera aventura en Pucela, lastrada por la grave lesión de rodilla en Gijón, Roger apostó por ese número maldito y firmó unos números magníficos. Esos que, unidos a los del último medio ejercicio en Valladolid, hicieron que fuera la primera decisión deportiva de Tito y Carmelo. El Levante apuró a la fecha tope para oficializar que ejecutaba la opción unilateral de renovación hasta 2018, que el pasado 21 de julio se amplió un año más, adecuando su situación al rol de protagonista en el proyecto 16/17. Esta mejora estaba pendiente desde semanas atrás y se aceleró hasta cerrarse por la apuesta en firme del Córdoba, que llegó a poner sobre la mesa 1,5 millones de euros por él. La apuesta califal zarandeó los cimientos de Orriols, pero la reacción fue rápida, así como el deseo del propio Roger de quedarse en casa y quitarse la espinita. Tito le hizo ver, una vez más, que para Muñiz iba a ser piedra angular e incluso se atrevió a pronosticarle que hará 20 goles. Todavía en el Valladolid, Carmelo del Pozo, cuando fue a verlo al Martínez Valero ante el Elche de Javier Espinosa, ya le había trasladado ese mensaje de confianza.

En pretemporada lleva cuatro tantos: dos en el partido de entrenamiento ante el Atlético Levante, el del triunfo contra el UCAM en inferioridad numérica y el primero del 2-2 al Almería. "Estoy contento por haber marcado un gol más, pero sobre todo por poder ayudar al equipo. Me encuentro muy bien, adaptándome a lo que me pide el míster. Aún quedan dos semanas para la Liga y creo que estamos haciendo bien las cosas. Vamos cogiéndole el punto y tenemos ya ganas de que empiece la competición", declaró tras el ensayo.