Le preguntaron poco y lo cierto es que no tuvo que explayarse mucho. Aun así, el discurso de Muñiz varió lo mínimo respecto al de los partidos de Liga, resueltos con dos victorias y un empate. El Levante sigue invicto en partido oficial desde que él opcupa el banquillo, aunque el del miércoles fue el primer revés. Una eliminación copera contra el Cádiz que escuece lo justo, ya que tiró de rotaciones. Se trata, eso sí, de la primera prueba no superada. La profundidad de banquillo fue insuficiente, pero por los pelos, ya que todo se decidió en una tanda de penaltis en la que las cosas se torcieron. Una «lotería», al fin y al cabo, tal y como señaló el técnico.

«Los dos equipos disputamos un partido para intentar ganarlo. Estuvo igualado y hubo oportunidades por las dos partes. En la prórroga el partido se abre, aparece el cansancio y a partir ya de ese momento pudo sentenciar cualquiera a la contra», explicó Muñiz sobre el intercambio de golpes, una fase en la que los porteros fueron determinantes y en la que Roger y Espinosa fueron los granotas que más cerca estuvieron de decantar la balanza: «Los penaltis se sabe que son una lotería, aunque el Cádiz hizo un buen partido y trabajó bien. Cualquiera podría haber pasado».

Lo que sí que tiene claro el técnico, tal y como ha explicado varias veces ya en estas últimas semanas, es que la «igualdad» en la categoría es máxima. Al enfrentarse dos rivales directos quedó claro: «Entre los equipos de Segunda hay igualdad en todos los partidos y por eso puede haber siempre sorpresas». Muñiz, además, habló del buen ambiente que se vivió en el Carranza, algo con lo que contaba: «Cádiz es una plaza en la que siempre se anima su equipo, que es un histórico».