El del sábado fue otro partido más en el que hubo que tirar de épica para rascar los tres puntos. Complicado desde el comienzo, ante un buen rival, que venía al Ciutat en clara tendencia ascendente después de ganar su último envite en casa con un 3-0. Un partido donde, una vez más, el equipo se tuvo que reponer a un gol en contra y remar por la remontada: volvió la ´Magia del Ciutat´.

Esta temporada estamos comenzando a ver ese brillo en los ojos de la gente, esa ilusión perdida en los dos últimos años; múltiples factores y una temporada pasada más que decepcionante habían hundido a la afición granota en la más profunda de las decepciones. Fichajes que no cumplieron con las expectativas, problemas extradeportivos y la sensación más que evidente de un vestuario roto hicieron que el equipo acabara como colista y descendiendo a Segunda de una manera un tanto esperpéntica.

Por suerte, la grandeza de este club, y de los granotas en general, es saber quedarse con lo positivo de estas situaciones y tener la fuerza y la valentía de empezar de cero con más fuerza que nunca. En mi opinión, el club ha sabido adaptarse perfectamente al cambio de categoría y de la mano de Tito y Carmelo (muchos dudaron antes de que empezaran a trabajar) se ha configurado una plantilla con hambre, con ganas de triunfar. Jugadores que se dejan el alma en cada partido. Patroneados por un míster que con sus virtudes y sus defectos es capaz de tener enchufados a todos los jugadores de la plantilla, lo que se antoja vital en una categoría tan larga como LaLiga 1|2|3.

La afición levantinista siempre hemos sido muy sufrida y al mismo tiempo muy sentida: nos duele profundamente cuando vemos que se «maltrata» el escudo de nuestro equipo pero, por lo contrario, nos emociona tremendamente cuando vemos que el equipo se vacía. Enseguida nos sale ese ´Orgull Granota´. El Ciutat necesita que le den muy poco para volcarse al 100 por 100 con el equipo; no pedimos tanto.

También debemos ser conscientes de que llegarán los baches y debemos mantener la tranquilidad. Nadie asciende en Navidad. La grandeza de un club no se mide por las veces que cae sino por las veces que se levanta, y nosotros de eso sabemos un rato. Si ganamos animamos, si perdemos animamos más fuerte. En definitiva, ahora hay una comunión absoluta entre todo el levantinismo; no la perdamos, ya que todos juntos somos más fuertes y todos juntos volveremos al lugar donde merecemos. Vamos a hacer que siga la ´Magia del Ciutat" y que VIBRE LA GRADA.

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