Lo del Levante con la Segunda División es una historia de amor en la que esta jornada es más líder que la anterior pero menos que la próxima. Sólo el Reus, y a dos partidos de distancia, aguanta el tirón de un equipo que pasó por Anduva como una auténtica trituradora. Le saca ya la friolera de 9 puntos al tercero, casi nada. Y es que tenían que ser los de Muñiz, cómo no, los primeros en ganar donde hasta ahora no lo había hecho nadie. Lo hicieron, encima, marcando el territorio con una goleada sin discusión. Fue una exhibición. Algo más que un golpe encima de la mesa, el enésimo. Por si los rivales no le tenían ya el suficiente respeto, ahí estuvo otra vez asustando el que por méritos propios es el candidato número al ascenso. De todas las victorias en lo que va de curso ninguna fue tan convincente como la de Miranda. Más que ganar, es apabullar.

A este Levante no hay quien le tosa ni en lo que se refiere al colectivo ni mucho menos a las individuales. Es un equipo de Primera atrapado en Segunda cuyo principal rival de aquí al final va a ser él mismo. El reto es mantener la tensión, no bajar la guardia. Tal vez por eso, consciente de lo que hay en juego, recién marcado el 0-3, la orden de Muñiz desde la banda fue clara: "Seguimos igual". Son muchos los factores que explican la autoridad del Levante en la categoría pero posiblemente ninguno es tan completo como este. El técnico, que con tres goles de ventaja abroncó a Jason por perder una marca, se conoce al equipo como si lo hubiese parido. Ha dado con la tecla, es decisivo moviendo el banquillo y sabe perfectamente cómo mantener la tensión. No le duelen prendas es sentar a Espinosa, de MVP a suplente dos partidos seguidos. O de pegarle a Abraham el palazo de cambiarlo antes del descanso en vistas de que por su banda Susaeta había abierto una autopista y encima llevaba amarilla.

Si a Muñiz se le suma la calidad de los futbolistas el resultado es el que muestra la clasificación. Hay pocos en la categoría con el toque de Campaña, ese jugador por el que hubo oferta de Primera a finales de mercado. Y ninguno con el olfato de Roger, que no sólo marca goles sino que los hace a pares. Van ya cuatro dobletes. El ariete de Torrent es un seguro de vida y más aún en este tramo de la temporada en el que no hay más delanteros disponibles. Y a la chita callando ahí sigue Jason, de vuelta al once y poniendo la oreja, atento a todo.

De salida la solución al dilema en el centro del campo la dio Lerma, que respondió a la confianza de Muñiz con un partido soberbio. El colombiano fue clave en el centro del campo en los compases en los que el Mirandés aún no había doblado el espinazo. El único argumento de los de Terrazas, que se la jugó cambiando las bandas tras el descanso, fueron los renuncios del Levante, que aunque pocos alguno tuvo. Sobre todo al principio, la historia de siempre. Tras varias jornadas empezando con empanadas, la primera fue en la frente. Sin embargo, a puerta vacía Álvaro Bustos la mandó a las nubes.

Empezando por Roger y siguiendo por Campaña, el Levante fue masticando el partido a golpe de mandíbula. Perdida la batalla en la medular, al Mirandés no le quedó otra que replegar velas. En un campo como Anduva en el que con tres pases cualquiera se plantaba en el área rival, el gol se mascaba. Lo marcó Roger, el que más entre los dientes lo llevaba, pese a que el copyrihgt lo tiene compartir con Postigo. El central bajó del cielo un córner ensayado de Campaña para que el goleador desviara la dirección del balón metiendo la caña. Cuando no es Chema es su compañero en la defensa el que marca diferencias.

Tras verse por debajo, el Mirandés se desperezó y buscó a Raúl. Lo encontró. El portero salvó el gol tras un chutazo de Susaeta, que le cogió el tranquillo a Abraham. El vendaval en el que convirtió su costado, sumado a la amarilla del ex del Zaragoza, hizo que Muñiz lo quitara antes del descanso. Eran los peores momentos del Levante, que aun así perdonó en el último suspiro. Morales, que aún no ha marcado, tuvo el 0-2 pero le pegó mal. La ansiedad le pasó factura al Comandante, que también acabaría en el banquillo.

Superado el último coletazo del Mirandés, el Levante cerró el partido con solvencia en una jugada en la que le sonrió la fortuna. El gol llegó, como el primero, a raíz de un córner, aunque en la segunda jugada. Un balonazo a la cara de Lerma lo recogió Roger para, en posición legal, fusilar a la red. El partido estaba ganado y le faltaba sólo el broche. Se lo puso Jason con el tercero, a pase de Campaña, que se fue del campo dejando su impronta en una jugada de muchos quilates. De principio a fin, espectacular.