La mañana de este lunes en Buñol después del primer empate de la temporada en Orriols ha tenido un claro protagonista: Javier Espinosa. No podía ser otro después de que Muñiz lo devolviera al banquillo a los 36 minutos por decisión exclusivamente técnica. Entrenador y jugador han estado hablando a solas durante un cuarto de hora mientras que el resto de los futbolistas calentaban. Terminada la conversación, el manchego se ha incorporado al rondo de los reservas. En su perfil de Twitter, recién terminado el entrenamiento, ha dado a entender que ya ha reseteado con este mensaje: "Siempre hacia adelante, gracias a todo por el apoyo".

De más a menos, Espiniesta ha pasado de MVP granota, condición que ahora ostenta Roger, a encadenar suplencias desde Almería y a tocar fondo volviendo a toriles contra el Getafe de Bordalás. Consciente del significado del cambio, pero fiel a su estilo de no cortarse ni un pelo como había demostrado antes con Insa y Morales, Muñiz quitó a Espinosa a la media hora de haberlo sacado. Cuando lo hizo, eso sí, se fue directo a consolarlo poniéndole la mano en la cabeza paternalmente y hablándole al oído. El gesto de contrariedad del jugador era evidente, aunque así no hizo ningún aspaviento. En rueda de prensa, con nobleza y sin evitar la pregunta, el entrenador le echó un cable al explicar el cambio con todo lujo de detalles.

"Entiendo la situación, pero no es un cambio a Espinosa, sino a la posición. Se quitó al mediapunta porque no estaba entrando en juego y cuando lo hacía era perjudicial porque no había control y nos hacían contras. El juego combinativo no encajaba en el partido. Favorecíamos la presión y el ataque del rival. Con el cambio se intentó estabilizar el partido. No nos interesaba un juego de transiciones. No teníamos porqué ir a un ataque-contraataque", señaló el técnico con toda la lógica posible.

El rato que estuvo en el campo, según los datos ofrecidos por Opta, Espinosa recuperó tres balones y perdió ocho. La jugada que más le marcó, sin embargo, fue un contragolpe en el que se frenó en la conducción, lo que dejó a las claras su incomodidad en el campo. Con excelentes resultados en sus movimientos desde el banquillo, esta vez Muñiz no dio con la tecla en el centro del campo y se vio obligado a hacer el cambio de cambio tras haber prescindido al descanso del goleador Natxo Insa. El de Cocentaina perdió en 45 minutos 7 balones, recuperó cinco y cometió tres faltas.