Si en Orriols disfrutan y están orgullosos del mejor centrocampista de la pasada LaLiga 1|2|3, cómo no lo van a hacer y estar en su casa. En su familia. Su padre y su madre, Ricardo y Mamen, saben mejor que nadie de qué es capaz José Campaña, el menor de sus dos hijos y mariscal de campo del Levante, líder destacadísimo de la categoría. «Ahora está compitiendo, que lo necesitaba, y se está notando. En Alcorcón, ya con Muñiz, tuvo continuidad por primera vez desde que dio el salto a la elite», recuerda el cabeza de familia, que atiende la llamada telefónica de SUPER a la salida del trabajo: es ordenanza de instituto en Sevilla «hace 30 años».

Fue hace tres décadas cuando a Ríscar, como se le conocía popularmente, se le cerraron las puertas del profesionalismo. Lo tocó con la yema de las dedos, ya que jugó un partido en Primera con el Betis, ante el Murcia (en la famosa huelga del 84), aunque no se queja de la vida que ha tenido desde entonces. Ha estado vinculado siempre al fútbol, primero como jugador en categorías aficionadas, y después como técnico (ahora ejerce como ayudante en el Torreblanca, de la Primera Andaluza) u ojeador del Sevilla, a cuya escuela ingresaron sus dos hijos. Cuenta que el mayor, también de nombre Ricardo, «era mejor que José»; pero quien ha llegado lejos en este mundillo, y «aún tiene 23 años» es el levantinista. El primogénito se sienta en el banquillo del San Juan del Alfarache, de la División de Honor andaluza.

«Mi hijo se encuentra todavía en proceso de aprendizaje, de madurez. Puede mejorar en muchas facetas. Yo siempre que hablo con él se lo digo; como persona y como jugador hay que ser constante y humilde, no creer nunca que has tocado techo y fijarte en todos los que te rodean; también en fisios o utilleros», destaca Ricardo, del mismo modo que José «ha llevado desde bien pequeño el fútbol en la sangre». «Mi otro hijo hubo un momento que dijo ´hasta aquí´, pero él ha querido ser futbolista desde que ha tenido uso de razón y ni en los peores momentos ha dudado».

La profesión, «tan bonita como difícil», había deparado hasta ahora «más mudanzas casi que partidos» a su hijo ; por fin, a su vuelta a España, está pudiendo desplegar su potencial. «En un jugador hay que valorar sus condiciones y creatividad, su capacidad para salir de situaciones que se presentan en un partido al margen de tácticas, y José eso lo tiene», ensalza el progenitor del ´24´ granota, para quien solo pide «suerte con las lesiones». «Lo demás es trabajo; si no tiene problemas físicos, podrá disfrutar de una buena y larga carrera».

Su hijo cuenta con un «fenomenal» golpeo a balón parado, aunque a nivel particular, «cuestión de gusto», Ricardo preferiría «que no se colocara tan en línea recta para golpear al balón, que entrara más de lado». «Alguna vez, en broma, le he dicho que en mi época si no tenías mucha potencia no podías pegarle así porque la pelota era mucho más dura y te rompías un dedo».

A ojos de su padre, a Campaña le vendría bien «meter la pierna ´como si nada´, tipo Busquets, para robar más balones». Eso no quita para que reivindique su «agresividad deportiva, su trabajo del primer al último minuto, aunque pueda parecer que no la tenga». No se discuten ni su dominio del esférico ni de los tiempos con este. A los 5 años, en su barrio, en el Polideportivo Alcosa, ya jugaba al fútbol sala; probaría con el Betis pero fue el Sevilla donde le echaron el ojo y moldearon al jugador, que ha florecido tras sus desengaños en Premier, Bundesliga, Portugal e Italia.

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