Alberto Rivera, uno de los jugadores del que mejor sabor de boca tiene el levantinismo, volvió a enfundarse la camiseta azulgrana el pasado domingo. Fue en su localidad natal, Puertollano. Y es que hasta allí se trasladó el Levante de Veteranos para jugar un partido amistoso contra el Calvo Sotelo en beneficio de la investigación del cáncer de mamá. Además de Rivera también jugaron otros ilustres exgranotas como Rubiales y Aganzo. Los tres fueron compañeros en el ascenso de 2004 en Chapín a las órdenes de Manolo Preciado.

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