Tuvo que ser Casadesús, protagonista inesperado, el que acudiera al rescate de un Levante que volvió a estar en el límite pero que se reencontró con la victoria cuando más lo necesitaba para retener el liderato. Costó y mucho doblegar el Tenerife, que se venció finalmente en una rocambolesca jugada con pifias, rebotes y hasta un taconazo de Verza. Bien orientado en el barullo, Casadesús consiguió un gol necesario como el comer que hasta entonces se le había resistido al que sobre el papel estaba llamado a marcarlo. Sin embargo, Rafael no sólo se fue sin mojar sino que lo hizo con el regusto amargo de haber fallado el mismo mano a mano que Roger sí transformó en Reus tras un regalo. Para el brasileño era una reválida, pero pese a hacer méritos, no pasó el corte. Sí lo hizo el líder, que se puso las pilas no tanto para romper a jugar como para meterle más intensidad.

Tras un mes de dudas y malos resultados, el Levante obtuvo una victoria balsámica.Tres puntos, aun así, que no maquillan un partido de nuevo enrevesado y similar a otros ganados sobre la bocina a base de zamparse con el rival. Por el camino Muñiz se vio obligado a jugarse el todo por el todo. Primero señalando a Lerma a la media hora y después sacrificando a Insa para poner todas las cartas encima de la mesa con Casadesús en compañía de Rafael. Con el fútbol de Verza lo cierto es que el equipo recuperó brío, pero otra vez fue Campaña el que marcó diferencias a base de exquisiteces.

El Tenerife plantó cara en el centro del campo pero salvo Amath dio poca guerra. A los puntos el Levante debería haber encarrilado la victoria antes. Sobre todo de la mano de un Rafael que cual llanero solitario le puso todo el empeño posible. Le faltó definición, tanto en el mano a mano como en un slalom mesiánico o dos cabezazos en boca de gol ante los que respondió bien el espigado Dani, sin duda responsable directo de mantener en pie a los canarios.

El autor de la frase no está claro pero desde el principio Muñiz se tomó al pie de la letra eso de que «locura es hacer una y otra vez lo mismo esperando resultados diferentes». Por eso, pese a estar obligado a hacer tres cambios en el once por las bajas introdujo un cuarto con la titularidad de Rubén y hasta un quinto y un sexto con el partido en marcha con Verza y el goleador Casadesús.Con Morales fijo y un poco más entonado, el damnificado fue Jason. La ausencia del gallego supuso ver a pierna cambiada al setabense, muy potable mientras le duró la gasolina. El resto, lo esperado: Róber de central, Lerma en la media y Rafael en el sitio de Roger.

Cien por cien responsabilizado, consciente de que todas las miradas estaban sobre él, fue precisamente Rafael el primero en aparecer. Sin embargo, el penalti que reclamó a los dos minutos no lo fue ni por asomo. Pero la primera acción en el área tinerfeña dio paso a un escenario en el que el Levante volvió a quedarse roque. Como si no hubiese manera de que el Levante entre bien a los partidos, el Tenerife empezó a ganar yardas. El centro del campo se volvió canario y empezó así a aguijonear Amath, quien con su velocidad era un incordio. Para colmo, un despeje errático de Raúl terminaría de desatar los nervios.

No reaccionaba el líder, atascado en la medular y con noticias en ataque sólo por un voleón de Campaña desde la corona del área. Arriba lo único que funcionaba era la banda derecha con Rubén. Un centro suyo fue el origen de esa jugada neutralizada en última instancia por el venezolano Dani Hernández.

Visto el panorama y que con cuatro cambios no era suficiente para devolver al Levante a la buena senda, Muñiz hizo el quinto. Ni corto ni perezoso el entrenador volvió a hacerse un Espinosa con Lerma. El descontrol del centro del campo lo pagó el colombiano. En su lugar entró un jugador con mejor manejo Verza, curiosamente uno de los que entran y salen de las convocatorias.

Y al final pasó de pantalla

La medicina surtió efecto y con el cambio el Levante pasó de pantalla. Antes del descanso Rafael tuvo dos clarísimas oportunidades, ambas a raíz de centros desde la derecha. En la primera cabeceó sin fuerza y en la segunda, con mucha más intención, Dani respondió ante su testarazo picado abajo. El vinotinto llegó a todas, menos a la más imprevisible, la del rebote de Casadesús caído de un cielo al que el Levante había estado pidiendo que llegara el gol.