La imagen del primer entrenamiento de 2017 fue el nuevo cambio de look de Morales. Esta vez más rompedor incluso que el de finales de noviembre cuando apareció en la Ciudad Deportiva de Buñol con el pelo rubio platino como hiciera Roger días atrás, porque se ha afeitado esa inconfundible frondosa barba negra que le caracterizaba, algo que no hacía desde su año como cedido en el Eibar. La anécdota de su 'saneamiento' es una nueva metáfora de esa búsqueda de la identidad pérdida, sobre todo de ese gol que premie esa confianza absoluta de Muñiz pese a ser sustituido con regularidad en las últimas jornadas.

Morales ha disputado los 18 partidos de LaLiga 1|2|3 y todos ellos como titular (el único de la plantilla) y relevado en siete ocasiones. Su condición de indiscutible en el esquema del técnico asturiano está fuera de toda duda, sobre todo desde que lo eligiera como cuarto capitán. Le falta el chispazo del gol, esa la celebración del saludo del Comandante. En el horizonte se avecina la segunda vuelta (todavía faltan 3 partidos de la primera ante Lugo, UCAM y Huesca), que es la parte preferida de la temporada del madrileño, sobre todo el mes de enero. En el del curso pasado hizo cuatro goles y dio dos asistencias.