Maduro, trabajador incansable y con determinación. Róber Pier esperó su momento desde el banquillo y tras la lesión de Chema entró en escena para asumir el rol de central titular. En los últimos nueve partidos, en los que el Levante solo ha encajado tres goles, su nivel ha sorprendido a aquellos que todavía no le habían descubierto, pero no a Muñiz. Tampoco a Manuel Mosquera, extécnico del gallego en el Fabril (Deportivo B), quien asegura que su evolución va ligada al trabajo y a la cabeza de un chaval de 22 años con la mentalidad de un veterano.

«Cuando llego yo, Róber tiene 19 años. El equipo no está en un momento álgido de autoestima. Sin embargo, desde el primer momento, veo su actitud y su posicionamiento y veo que me llena. Había que darle confianza porque ya parecía que iba a llegar lejos», explica Manuel Mosquera, quien se resta mérito. «Es de esas veces que lo ves claro, pero no siempre se acierta. Él se lo ha ganado», afirma. De hecho «el primer día de la pretemporada ya mostraba su mejor versión. Tiene salida de balón y es completo. Con 19 años no se le podía pedir mucho más. Las condiciones las ha tenido siempre y él las ganas de trabajar duro las tiene», explica Mosquera.

Con actuaciones de mucho nivel, Róber Pier tuvo la confianza también de un Víctor Sánchez del Amo que gestionó muy bien su progresión. Entrenamientos con el primer equipo, confianza y partidos con el filial. Incluso le llegó el debut en Primera. El escenario, el Vicente Calderón, era complicado y el contexto todavía más. La lesión de Manuel Pablo le obligó a jugar en el lateral, pero eso no fue problema. «Él se crece con las dificultades, no se viene abajo. Es un futbolista que a mí me convencía también por su cabeza. Es muy tranquilo. Antes era incluso demasiado calmado, pero eso es de apariencia. Por dentro siempre está concentrado», señala Mosquera. Antes de acabar la temporada llegó un último premio para Róber. La primera vez que pisaba el césped de Riazor en la máxima categoría, además contra el Real Madrid, ante el que disputó 16 minutos formando pareja con Sidnei en el eje de la zaga.

Entonces llegó verano. Su evolución no pasó desapercibida para muchos equipos y apareció el Levante y Tito. El director deportivo tenía informes de él y además es un gran amigo de Manuel Mosquera. Ambos tienen buena relación desde que coincidieron en el Extremadura y después Tito eligió a Mosquera como entrenador de los jugadores de las sesiones AFE. Este verano, en una conversación, el gallego fue claro. «Yo le dije, llévatelo con los ojos cerrados».

Tras su aterrizaje en Orriols, el jugador gallego demostró tener paciencia y saber competir por el puesto. A pesar incluso de que la dupla Chema-Postigo parecía imposible de cambiar, la realidad es que Róber Pier ha demostrado en cada entrenamiento tener calma y saber estar cuando el equipo lo necesitaba. Eso también es mérito de un Muñiz que ha moldeado al joven futbolista y que en todo momento le ha hecho sentir esa confianza. Incluso, a pesar de la llegada de Saveljich, el asturiano no dudó a la hora de elegir el sustituto para suplir la ausencia de Chema. Ese factor también lo destaca Mosquera, quien habla sobre el perfil del jugador. «Los que hemos sido jugadores lo comentamos ahora. Es difícil encontrar futbolistas con el perfil de ambición que se encontraba antes. Esa capacidad de no relajarse y estar siempre metido en tú trabajo. Eso Róber lo tiene», afirma.

Ahora, el central gallego camina con paso seguro y con ganas de seguir haciendo las cosas bien, sobre todo después de haber pasado el momento más duro de la temporada, en el que apenas acumulaba minutos. En ese sentido, Muñiz tiene una difícil papeleta también, ya que con Chema ya recuperado y Postigo siendo uno de los grandes líderes de la temporada, los tres centrales se han ganado a pulso contar con minutos. Ahora, esa fantástica noticia, supone un bendito problema para el técnico. Ante el Córdoba, el gallego, como chico para todo que es, apunta al lateral zurdo por la sanción de Toño y la lesión de Abraham.