El final del camino está cerca y cuesta mucho más llegar a la meta. El Reus demostró en la fortaleza que es un incordio como visitante y enredó a un líder al que le cuesta plasmar en el tapete su tremenda brecha de puntos. Pero lo que es incuestionable es su capacidad para no descomponerse ni equivocarse y esperar su momento con calma. Lo mejor del Levante es su paciencia y en una competición como LaLiga 1|2|3, y más a estas alturas de la competición, es un lujo tenerla y, sobre todo, no perder el norte. Sí, el fútbol se ha minimizado, pero este equipo va a jugar con su ventaja hasta que alcance la gloria, porque además se lo ha merecido.

El Ciutat mantiene su hegemonía con este puntito, 73 en total. Cuando no puedes ganar, lo mejor es no perder. Empate y un partido menos. Por mucho que Orriols tiene ganas de jarana, de aplaudir, de cantar goles uno tras otro, también ha aprendido a valorar cada paso dado, esta vez ante un rival que se limitó a defender para amarrar virtualmente su permanencia. Llevar 19 puntos de margen con el tercer clasificado a estas alturas no es nada fácil. Para lograr el ascenso matemático es obligado ganar en el Ramón de Carranza, que Tenerife y Getafe pierdan ante Numancia y Nàstic, y que el Oviedo no derrote al Huesca.

Muñiz recuperó a Pedro López, sorprendió con la entrada de Montañés por Morales, titular en el Coliseum, y le dio otra vez la batuta ofensiva en casa a Espinosa. Una apuesta por el toque. Sin embargo, el Levante se movió a fogonazos en una primera parte en la que la ansiedad de ver el objetivo tan cerca provocó un exceso de precipitación. Le costó un mundo generar jugadas ante una defensa cerrada y un colectivo que tampoco daba opciones al contragolpe. Sin espacios y con muy poca claridad en ataque, era suficiente con no enloquecer. Con mayor frescura desde el costado izquierdo de Toño, Ángel Martínez salvó una acción combinativa entre Campaña, Roger y Jason. El primer disparo entre palos fue un zapatazo desde fuera del área del propio centrocampista andaluz, el termómetro del líder, sin apuros para el guardameta visitante. Antes, en una indecisión similar a la del triunfo de la primera vuelta, Édgar Badía estuvo más rápido que Roger, que ya estaba preparado para aprovechar el regalo de Ramón Folch. Atrás, Chema y Postigo fueron los dos siempre después de su ‘día tonto’ en el Coliseum. El Levante lleva tres partidos sin dejar la portería a cero. También el Reus se propuso más anular a los granotas que mostrar sus virtudes, aunque tuvo la primera del partido, y única, en una pillería de David Haro, pero el central del propio Chema, rápido y atento, impidió que Fran Carbia se plantara ante Raúl Fernández.

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La reanudación fue con los mismos once. Una novedad en el ‘modus operandi’ de Muñiz visto que al líder le costaba deshacer la telaraña catalana. El ‘cambio’ fue que Espinosa cogió más galones. Lo que eran buenas intenciones, pero con imprecisiones, se transformaron en mejores ideas, llegando al área con más fluidez y mostrando una versión más liberada, sin ataduras, al poder abrir el campo. De una recuperación de Roger Martí, ‘Espi’ condujo sin oposición, conectó con Jason, que le devolvió el regalo, pero su remate impactó involuntariamente en el brazo del ‘Pichu’ Atienza. El propio ‘6’, con el codo, tampoco enganchó con claridad un centro de Campaña. El movimiento de piezas de Muñiz, dando entrada a Morales y Víctor Casadesús, y cerrando con un doble pivote extremadamente ofensivo (Campaña y Espinosa), no desmontó a un Reus consciente de su propósito para convertirse en el tercer equipo que suma en la fortaleza junto a Getafe y Cádiz. El Ciutat se aferró a Toño y Morales para superar a un bloque perfectamente compenetrado y sin fugas. El ‘Comandante’ amenazó, buscó el área y fue esa inyección final para deshacer las tablas. Pero ni él ni Verza, con una falta directa que desvío Badía, evitaron que el Reus rascara en el Ciutat.

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