Igual que le ha ocurrido antes con otros jugadores, entre ellos algunos tan importantes en el proyecto deportivo como son Morales o Roger, el Levante está obligado a mejorar el contrato de Jason. El club, como mínimo, se encuentra en la tesitura de equipararse a la puja que presente de otro equipo o, en su defecto, de traspasarlo facilitando su salida y rebajando los 12 millones de euros que marca su cláusula de rescisión.

Ése es el auténtico quid de la cuestión y el motivo del tira y afloja de las últimas semanas entre el club y el jugador, con cuyos agentes se está repitiendo una situación que, salvando las distancias, recuerda a la de hace un año con otro de sus clientes. Eso sí, por ahora sin llegar al punto de crispación de entonces con el ya traspasado Camarasa.

Hoy por hoy, excepto giro radical, la sensación que se desliza es que el acuerdo parece harto improbable. El Levante sí que cuenta deportivamente con Jason para su proyecto a corto y medio plazo en Primera División, pero es consciente de que el acuerdo está «difícil», tal y como admitió el propio Tito en la presentación de Bardhi. Hasta la fecha Jason ha declinado las distintas propuestas que le han ido pasando de mejora, mientras que el club, tal y como el jugador desveló en una entrevista en La Voz de Galicia, ha rechazado una oferta «formal» por sus servicios.

La propuesta por él fue del Wolfsburgo y rondaba los 2 millones, como publicó ´Marca'. Desde Orriols se apunta a que en todo caso si se descartó es porque era insuficiente y mucho menos beneficiosa para el club que para la parte del jugador. Con 22 años y 10 goles la pasada temporada, Jason tiene aún el mismo contrato que cuando tras ser el líder del Juvenil granota dio el salto al primer equipo a correprisa a las órdenes de Caparrós. Su salario fue el más bajo del de los profesionales de la primera plantilla, con un fijo de 60.000 euros más premios, fruto de la reducción por el descenso. En Primera, eso sí, volverá a triplicarse y rondará otra vez los 200.000.