Después de cinco jornadas triunfales, el Levante picó biela en el Benito Villamarín, donde lo peor no fue que perdiera su condición de invicto sino lo al descubierto que quedaron todas esas lagunas que hasta ahora Muñiz había conseguido ir parcheando. Del choque de estilos antagónicos en los banquillos salió claramente vencedor Quique Setién. En un partido en el que el Betis salió a jugar y el Levante, como pregona su entrenador, a competir, la balanza se decantó a favor de los que tuvieron mejores argumentos en lo suyo. Sanabria, Fabián y Sergio León, tres peloteros con veneno en el área, acuchillaron tras el descanso a los granotas en la peor versión que se les recuerda. Fueron 20 minutos aciagos, de total aturdimiento y falta de tensión para un equipo que pasó de no haber encajado nunca más de dos goles a llevarse cuatro tras el descanso.

Con el comodín de Róber Pier en la medular más Ivi como única novedad por la obligada ausencia de Jason, el Levante aguantó el tipo en la primera parte con los de siempre, sin rotaciones pese a la acumulación de partidos y jugadores como Campaña y Bardhi desaparecidos en combate. Pero tirando de bloque esta vez sólo le llegó para dar la cara. Entre las ausencias por lesión y la pobre aportación de los fichajes la sensación al descanso fue que, si cogía carrerilla, el partido acabaría siendo lo que quisiera el Betis. Y así ocurrió, con correctivo incluido.

Protagonista a su pesar, Alegría no aprovechó lo de no tener cláusula del miedo para dar un susto. Pedro López le puso a huevo una rosca en la cabeza, pero el espigado delantero, cabeza de turco del fichaje fiasco de un ´9´, no sólo sigue sin marcar sino que ningún otro delantero todavía lo ha hecho. Cayendo a los costados o jugando de espaldas, volvió a dar el pego, pero cerca del área la falta de diente clama al cielo. Sin más cera la que arde, es el único recurso que Muñiz tiene para ir tirando. Porque Boateng no juega desde la clase de cómo desmarcarse en el Bernabéu, mientas que el estreno de Nano Mesa pasó completamente desapercibido.

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Antes de desatarse el vendaval, la primera parte fue pasable. Con la posesión mínima, el Levante salió airoso en las dos áreas. En la propia, sin que Joaquín cogiera carrete, sólo inquietó Sergio León mientas que en la ajena se escurrió Ivi, pero sin rematador. Escaso bagaje para 45 minutos clavados en los que la mejor oportunidad la tuvo Bardhi. De falta directa, por supuesto. Haciendo caso omiso a su entrenador, el Betis concedió un lanzamiento nada más arrancar que se estampó contra la barrera. Fue la primera y última vez que aparecería el macedonio, el primer cambio.

Cuesta abajo y sin frenos, una triangulación entre Fabián, Barragán y un Sergio León al borde del fuera de juego terminó en un vuelo de Sanabria sin motor hasta la red. Sin solución de continuidad, Fabián rompió por el centro para marcar el segundo. Y ya en la lona, León le soltó el gancho definitivo con el tercero. Fue el premio a un Betis que venía con carrerilla y el castigo a un Levante que, sin poder de reacción ni pegada, acabaría encajando el cuarto. Un bofetón en toda regla con el que, de momento, se acabó la fiesta.

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