La tradicional comida de Navidad del Levante UD ha propiciado un comentado encuentro entre Quico Catalán y Muñiz en un momento de descarada preocupación por la marcha deportiva del equipo, a cuatro puntos de la zona de descenso que marca ahora el Alavés. Presidente y entrenador, aprovechando el momento, han estado hablando durante la sobremesa largo y tendido sobre la situación del equipo en un ambiente de normalidad y en presencia del resto de miembros del cuerpo técnico y de distintos empleados.

La conversación, que según miembros presenciales no ha tenido nada de "especial", se ha extendido durante más de una hora. En ella ha quedado claro que tanto Quico como Muñiz se sienten muy responsabilizados por la deriva en la que se ha entrado en las últimas jornadas, en particular por los problemas del equipo en casa. Quien no ha estado presente, eso sí, ha sido el director deportivo, que una vez finalizada la comida oficial ha excusado su marcha por motivos personales.

Las dudas en el primer equipo en puertas de la apertura del mercado de enero han sido el telón de fondo de una comida en la que durante la sobremesa, pese a coincidir con la marcha de la mayoría de futbolistas del primer equipo a excepción destacada del capitán Pedro López, se distendió mucho el ambiente. Y es que el final tuvo poco que ver con el protocolo oficial del principio. Un brindis con los entrenadores y capitanes de las distintas secciones, a excepción de la de fútbol sala, en el que Quico esta vez no ha estado especialmente locuaz.

El presidente, a diferencia de lo ocurrido en años anteriores, no expresó ningún deseo deportivo en su discurso. Esta vez se limitó a felicitar las fiestas sin hacer mención alguna a la permanencia. Con el mercado a la vuelta a la esquina y la Junta de accionistas del próximo lunes preparada para pasarla sin problemas, el club aprieta los dientes para lo que se avecina estas semanas. Entre otras cosas, la gestión con los futbolistas que ya han pedido cambiar de aires.