El Levante ha perdido la identidad de ese comienzo liguero en el que los puntos llegaban con más facilidad. En el que el grupo era más sólido y en el que los errores, algo habitual en el fútbol, aparecían pero en menor medida. Ejemplo de ello son los partidos ante Villarreal, Madrid o la Real, duelos en los que concedes poco y sacas puntos, concretamente siete de nueve posibles. Ese ADN de equipo batallador y grupo concentrado se ha ido perdiendo poco a poco, algo que en las cinco primeras jornadas se vio ligeramente, ante Dépor y Valencia entre otros, pero que desde la visita al Villamarín ha explotado y ha convertido al conjunto granota en un bloque con tendencia al fallo.

Muchos han sido los goles que el Levante ha encajado en situaciones más o menos asequibles, algo que se ha agravado desde finales del mes de septiembre, fecha de las primeras dos derrotas del equipo de Juan Ramón López Muñiz.

El duelo ante el Deportivo de la Coruña en la segunda jornada avisó de ciertos desajustes. El primer gol es un ejemplo de ello, tras un centro desde la izquierda que terminó con un desconcierto en la zaga y con un remate en el corazón del área que acabó con el 0-1. A pesar de eso, la sangría comienza en el viaje al Villamarín. Desde entonces una sola victoria, la lograda ante Las Palmas, un equipo en crisis y sin alma en la decimosegunda jornada. En el choque ante el Betis el segundo gol, obra de Fabián, fue el ejemplo de la falta de decisión para acudir al corte, mientras el canterano bético se perfilaba para el disparo tras una carrera espectacular.

En los duelos importantes ante rivales de la 'misma liga' el Levante tampoco ha mejorado su margen de error. El Alavés es otro ejemplo. El 0-2 llega tras una mala decisión en el salto de uno de los centrales y del lateral, quien no cierra, mientras el atacante 'babazorro' hacía el segundo de la tarde. Esa fue la primera derrota en el Ciutat de Valencia, un feudo inexpugnable hasta ese momento y en el que el Levante solo ha sumado un punto desde aquella mala actuación de todo el conjunto.

El empate ante el Getafe dejó detalles de desconexión defensiva y errores que el curso pasado no acababan en gol, pero que esta temporada, en la máxima categoría, sí complican los partidos a los de Muñiz. Una mala salida de Raúl Fernández ante los azulones fue el primer paso hacia un golazo de Fayçal Fajr, quien vio como Bardhi tampoco despejaba con contundencia.

El enfrentamiento ante el Girona no corrió mejor suerte. El equipo de Pablo Machín consiguió anular las virtudes de un Levante que volvió a encontrar en su propio fútbol el peor compañero posible. La defensa del 0-2 dista mucho de la tensión que debe aparecer en el campo en Primera División, algo que el Girona hizo pagar a los de Muñiz. Pere Pons se metió en el área sin apenas oposición mientras algunos futbolistas trotaban dando por perdida la jugada. En el rechace Stuani, quien si creyó en el gol, apareció para aniquilar la meta defendida por Raúl Fernández.

Los dos últimos partidos también han acrecentado los fallos defensivos. El del Atlético de Madrid, con bajas en la zaga y en el centro del campoAtlético de Madrid, fue un ejemplo de lo que no se debe hacer ante un rival con muchos quilates en el ataque. Mientras, el enfrentamiento ante los leones provocó que, en uno de los mejores encuentros del Levante esta temporada, en el que se vio nervio y coraje, los errores volvieron a dejar la mochila vacía.