A falta de un delantero que marque diferencias, el Levante tiró de Morales, su auténtico futbolista franquicia, para remontar contra el Espanyol y encarrilar la eliminatoria. El Comandante empató primero desde el punto de penalti y lideró después un contragolpe de manual que culminó Ivi en el pase atrás. Un partidazo el suyo, con esos dos destellos y todo un repertorio de saber estar y tirar del carro con el que los de Muñiz empezaron el año con el mejor pie posible.

La victoria fue el merecido premio a un partido serio y muy bien parido en el que mientras que los granotas tuvieron muy claras sus ideas, el Espanyol anduvo fallón, mandó dos balones a la madera y se benefició aun así de que el árbitro no echara a Piatti. Raúl Fernández, con una mano prodigiosa en la última jugada, evitó el empate

ante un testarazo perfecto de Gerard, el mejor jugador de los pericos.

El Levante tuvo que vérselas precisamente contra uno de esos delanteros que tanto bien le haría en sus filas, un Gerard que estando en boca del Villarreal se apuntó un gol más y fue de principio a fin el gran quebradero de los granotas. El 'nueve' espanyolista, inalcanzable en el salto la primera vez que cogió vuelo, cabeceó a la red de manera imperial un centro medido de Piatti. La jugada venía, eso sí, de una falta en la que con el equipo totalmente a contrapie Bardhi pecó de pardillo no obstaculizando el saque.

El partido acababa de empezar y lo cierto es que, pese a ir por debajo del marcador, la versión del Levante era la buena, la de los partidos a domicilio. El gol de Gerard fue injusto para un equipo bien plantado que tuvo la posesión y un notable manejo de balón durante muchos minutos.

La inclusión por primera vez de Coke en el once le cayó bien a los granotas para coger pista por la derecha, aunque fue por la izquierda por donde llegó el empate. Toño se incorporó hasta línea de fondo con el balón al límite y su pase atrás derivó en un remate de Campaña interceptado por Víctor Sánchez con la mano. Penalti claro que transformó bien Morales, un seguro de vida que había mantenido enchufados a los suyos en los peores momentos.

Con el 1-1, el Levante recuperó parte del terreno que había ido perdiendo con el paso de los minutos. De hecho, nada más volver del descanso, Boateng la tuvo para remontar. Pero en una jugada clarísima, con tiempo para todo, no hizo nada. Un remate blando y tardío sin oposición en el área con el que volvieron a quedar en evidencia las lagunas de la delantera granota. Para más inri Boateng, un ariete con nervio pero sin pausa, era el único en la convocatoria para esa demarcación. Los nervios de Muñiz viendo cómo el mercado invernal ha arrancado y el fichaje no llega están justificados.

Sin el control ejercido por los de Muñiz durante el primer tiempo, el segundo nació mucho más alocado, empezando por la ocasión malograda de Boateng y siguiendo por un zapatazo de Sergio García a la madera y un remate de Naldo bien blocado por Raúl. Una pequeña avalancha perica ante la que Muñiz replicó con el músculo de Doukouré en lugar de un Bardhi demasiado difuso. Sin embargo, el factor diferencial estaba ya sobre el campo y no era otro que Morales, que cuando arrancó ya no paró hasta cerrar la remontada.

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