El de este jueves no es un partido más. Sobre todo para Muñiz. Y es que, si las cosas vuelven a irle mal al Levante UD, el entrenador podría sentarse en el banquillo por última y penúltima vez. Una derrota con malas sensaciones ante un rival que se supone directo por la permanencia podría precipitar su destitución incluso antes de la visita del Espanyol, aunque la idea de la dirección deportiva es que, salvo catástrofe, aguante hasta el domingo. En todo caso, Tito y Carmelo estuvieron reunidos con él.

Los imputs que llegan desde Orriols, pese a todo, son preocupantes. Los pañuelos contra el Betis y la maquinaria está encendida en busca de nuevo técnico en el caso de que el asturiano, que ya ha igualado su peor racha histórica de 13 partidos consecutivos sin triunfos, la supere.

En este ambiente enrarecido previo al desplazamiento a Mendizorroza es en el que Muñiz ha tomado la decisión, sin previo aviso por parte del club, de cerrar el entrenamiento tras los 15 primeros minutos de rigor para tomar imágenes. Aunque no ha sido la primera vez, ya que en alguna ocasión aislada ha ocurrido, el entrenador ha preferido trabajar con el grupo a solas sin la presencia de medios de comunicación ni aficionados.