Hasta tres crónicas (como resultados) admitía el partido a falta de un cuarto de hora, cuando Ivi se sacó una falta endiablada casi desde su casa al palo. Una hubiera la de una victoria del Levante, seguramente tan inmerecida como regenerativa en todos los aspectos. Otra, la del empate, que estaba prácticamente escrita a falta de cinco minutos y, quizá, hubiera correspondido más fidedignamente al esfuerzo granota en Mendizorroza. La tercera, la que aquí empieza, es la que queda finalmente después de que Muñiz y sus pupilos nadaran hasta morir agotados en la orilla.

Esta vez no bajaron los brazos al primer golpe, sino todo lo contrario. Esta vez, los azulgranas compitieron y aguantaron estoicamente durante una hora con el viento en contra (en la primera parte, literalmente) pero fueron de nuevo víctimas de sus errores. Un doble y garrafal de error de Chema había dado con Guidetti de bruces en el suelo, un penalti en contra y el central de Caudete expulsado, después de haberlo agarrado, a los 28 minutos. Y aún peor, una acción de balón parado decantaría el duelo justo cuando empezaba el tiempo de descuento y el Alavés estaba igualmente con diez. Laguardia, como en anteriores jornadas otros, encontró sin problemas un hueco en el que meter la cabeza dentro del área y sacar los tres puntos.

La suerte que se tornó esquiva al final se había aliado con el Levante en la pena máxima, que Manu García ni siquiera había enviado entre palos. Lo que no cambia de signo es la agonía, compañera de viaje inseparable para el Levante desde hace muchas jornadas. Son 14 ya sin vencer, un hecho negativamente histórico tanto para los granotas como para Muñiz. Al asturiano, el desarrollo del partido le sirve como eximente y, a la vez, razón por la cual se sentará en el banquillo el domingo. Otra derrota contra el Espanyol, no hay ya vuelta de hoja, sería la sentencia del técnico y condenaría seguramente a los puestos de descenso por primera vez.

Tan bien (o mal, mejor dicho) les sienta el disfraz de antihéroes a los azulgranas que no murieron en las ocasiones varias que tuvo en superioridad el Alavés y gozaron incluso de otra opción clara de gol en inferioridad. En un alarde de convicción, Ivi se recorrió todo el frente de ataque y se peleó con media defensa, hasta sacar desde la línea de fondo un centro que Morales remató de primeras y repelió un defensa prácticamente sobre la línea.

Con problemas de sobra conocidos para marcar, llevar nueve jornadas seguidas sin mantener la portería a cero es un delito. Ejerció Oier como abogado defensor, con seguridad y manos para los remates de Munir, Pedraza y sobre todo Ibai Gómez, pero ya no para el cabezazo letal. También Cabaco había puesto mucho de su parte; exhibiendo de nuevo su condición de kamikaze, de central dispuesto a presentarse voluntario para cada batalla, tan válido en esta sangría en la que se está convirtiendo LaLiga para el Levante a medida que pasan las jornadas y la zona de descenso se acerca. La agonía ya es evidente cosa de cuatro, una vez que el Alavés se sitúa 11 puntos por encima, y solo quedan dos caminos: acabar consumido o directamente en Segunda.Ficha técnica: