El fútbol es un transmisor inigualable de alegrías y disgustos colectivos. Los títulos del Barça, sin ir más lejos, se han celebrado en toda España y hasta en La Cibeles. Pero hay victorias y derrotas que son mucho más sentidas para lo bueno y para lo malo que los trofeos, no en número pero sí en irradiación de sentimientos. Es el caso de los descensos y de los ascensos. Y este fin de semana tres ciudades futboleras como Tenerife, Zaragoza y Jerez pueden explotar de alegría con la confirmación de su plaza en la Liga BBVA. Me temo que el Hércules se va a quedar con las ganas. En Tenerife están como locos con el juego del equipo chicharrero.

Oltra, Nino y compañía han desplegado un arsenal ofensivo de muchos kilates. El Zaragoza era el favorito, aunque sin brillantez y con rumores de primas a su alrededor, volverá a la categoría que por ciudad y afición merece. Y el Xerez ha sido un líder sólido gran parte de la temporada. Ya me dijo el técnico granota Luis García que los jerezanos tenían las mejores bandas de la categoría (Pedro Ríos y Momo), a lo que añadimos delanteros como Antoñito, Calle o Mario Bermejo. Si tendrán potencial que Altidore no ha jugado ni un minuto. Y en cuanto a los descensos, todavía colea el del Betis. En una ciudad tan especial y colorista como Sevilla, que vive dividida entre palanganas y pepinos (o verderones), un trauma deportivo así marca mucho. Llevar la pena consigo de jugar en Segunda y aguantar el gracejo sevillano del enemigo en el día a día no es fácil.