Se llama Rafaela Silva, ha conseguido el oro olímpico en judo para Brasil y es ya un símbolo de superación en el deporte que ha levantado su voz contra el racismo y la discriminación tras sufrirlo en carne propia.

Silva es mujer, negra, procede de la favela Ciudad de Dios y es lesbiana.

A punto estuvo de tirar la toalla tras fracasar en Londres 2012, pero logró remontar su crisis personal y profesional y ahora exhibe una medalla de oro que inspira miles de jóvenes y adolescentes de zonas marginales no sólo en Brasil sino en todo el mundo.

"Estoy muy feliz por estar realizando mi sueño aquí dentro de casa, mostrar al pueblo que me criticó en Londres, que dijo que era una vergüenza para mi familia, que el lugar para el mono era una jaula y no en la Olimpiada", sostiene durante la presentación de una campaña contra el racismo en el deporte.

"El mono que tendría que estar en una jaula en Londres salió de la jaula y fue campeona olímpica aquí en Río de Janeiro", continúa.

Silva comenta que no se sintió discriminada por el color de su piel cuando comenzó a practicar judo porque el icono de la disciplina es el francés Teddy Rinner, negro, ocho veces campeón mundial y campeón olímpico.

Pero, admite, "fuera del tatami no tendrían que existir esas cosas que existen todavía en Brasil".

Rafaela recuerda su infancia -"era una de esas niñas que no gustaba de estudiar, que no daba importancia y nunca pensé en salir de la favela"- y anima a los jóvenes a buscar incentivos y aprovechar las oportunidades.

El deporte, reconoce, "me salvó, y a través del judo canalicé mi agresividad".

Vencer las resistencias que suponía su condición de mujer para desarrollar un deporte como el judo tampoco fue fácil, pero la selección femenina brasileña ha dado pasos de gigante y cuenta ya con dos medallas de oro olímpicas y 5 en campeonatos mundiales.

"Estamos consiguiendo conquistar nuestro espacio y tenemos que aprovechar bastante eso porque hemos quedado mucho tiempo olvidadas y espero que otras mujeres puedan tomar esta iniciativa, siga el legado y que crezca el feminismo en Brasil", dice.

En la presentación de la campaña "Por unas Olimpiadas sin racismo", Rafaela comparte tribuna con el guardameta brasileño Mario Lucio Duarte Costa, "Aranha", que se muestra aún más contundente en su denuncia.

El racismo no está en el deporte sino que es "institucional": "Si dejas al negro al margen, si no le das instrucción, no das el camino para él y le quitas oportunidades, qué queda", se pregunta.

"Donde el gobierno no llega el crimen se establece y crece, igual que cualquier enfermedad", denuncia el deportista, para quien la solución es "la igualdad de derechos, la igualdad de oportunidades".

"Necesitamos muchas referencias, no solo en el deporte y en el medio artístico, en todas partes, con lucha, con sabiduría, pero necesitamos que más negros venzan esa barrera para que la juventud negra mire y sepa que es posible", asegura.

Para la secretaria brasileña de Políticas de Promoción de la Igualdad Racial (SEPPIR), Luislinda Valois, los logros de la población negra son resultado de "mucha lucha, muchos sacrificios, mucha muerte y mucho sufrimiento".

Los poderes públicos han contribuido, pero "no basta", apunta la funcionaria del Gobierno de Brasil, un país donde el 52 por ciento de la población es negra.

"El mundo es blanco y machista, quien comanda el mundo no es negro ni una mujer, es el hombre blanco, desgraciadamente. Los negros necesitamos ocupar también esos espacios" y "solo a través de la educación de calidad continuada" se puede lograr, defiende.

Las Olimpiadas, señala Valois, son "un gran espejo" y una extraordinaria oportunidad, coincide Silva: "Generalmente cuando sale el tema es sólo para hablar de que un negro asaltó a alguien. Ahora no es un negro que está asaltando a alguien, sino dando una alegría al pueblo brasileño".EFE