Opinión

El termómetro de la afición sí apoya a Peñarroya

El aficionado de la calle ha emitido su veredicto, pero como en tantas cosas, no todo es tan fácil

Joan Peñarroya, en La Fonteta

Joan Peñarroya, en La Fonteta / SD

La afición es soberana para lo bueno y para lo malo, y aunque en las decisiones trascendentales rara vez es tenida en cuenta, la presión social es uno de los escollos que cualquier club debe solventar cuando sabe que sus consecuencias a nivel de reputación no van a ser buenas. Cada uno en su contexto y escenario, la situación de Lisci y Peñarroya sí tiene un punto de encuentro común. Son dos técnicos que se han ganado a su gente pese a que los objetivos no hayan llegado a consumarse.

Felipe Miñambres decidió dar un paso al frente tras el descenso y dirigirse de manera pública al aficionado granota. Lo hizo a petición propia y estoy seguro que con buena fe. En esta época en la que el enrocamiento de los clubes es más que evidente a la hora de tejer un búnker informativo, es loable dar la cara y someterse a las preguntas que al fin y al cabo tienen como objetivo saciar el interés de ese seguidor que sostiene el sentido de los clubes. Más allá de esto, 

Al margen de saber el futuro de Morales, Roger, Campaña, Pepelu, Cárdenas o De Frutos, una de las primeras grandes decisiones es saber el inquilino en el banquillo. Lisci llegó con la corriente en contra, con una plantilla asumida en depresión, con un salto cualitativo de envergadura y penalizado por su falta de experiencia. Aunque no ha podido evitar la caída a Segunda, su trabajo y tesón permitieron avivar la luz del milagro. Sus comparecencias permitieron olvidar en algunos momentos la delicada situación en la tabla y lo más importante, extendió hasta casi el límite la vida de un equipo que al inicio de 2022 era un cadáver andante. La grada se subió al carro de Alessio porque vio en el italiano esa figura de entrenador pasional, de carácter, resolutivo y de club, porque es indudable que Lisci quiere al Levante, club que también apostó por él para moldearlo y formarlo con vistas a llegar al primer equipo. Ese aterrizaje aconteció de manera precipitada pero es indudable que la nota final le avala para continuar. Es aquí donde Miñambres entra en juego. Con elegancia, el hecho de someter a Lisci a un casting, de haber contactado con otros técnicos y de ofrecerle un contrato con otras competencias, denota, o mucho se disimula, que Lisci no es el entrenador modelo para Miñambres. Es una decisión personal, cuestionable o no, pero quizás una gestión menos disfrazada hubiera sido lo mejor. Alessio merece cuanto menos algo más de respeto, y sí no se cuenta con él, ser claro y conciso es lo mejor, enmarcarlo, afea el tema. 

En La Fonteta, con un partido sin red este sábado en Vitoria, Peñarroya es otro técnico que ha caído de pie para el seguidor. Sacando brillo a un equipo que durante muchas fases de la temporada ha estado en una situación caótica con las lesiones, el aficionado se identificó rápido con el preparador catalán. Rara vez se han visto tantas pancartas en el recinto de Hermanos Maristas en favor de un entrenador como las que este curso se han mostrado. Con los tiempos de negociación volteados respecto al proceder del Valencia Basket en cuanto a las renovaciones, su futuro es una incógnita en una campaña en la que está primando más el día a día y las sensaciones que los propios resultados. La Virtus, fulminó la opción deportiva de la Euroliga en una Eurocup más que aceptable aunque el Murcia actualizó la enésima decepción copera. El Baskonia puede marcar o no el termómetro resultadista que pese a todo parece que para el gran público no es del todo relevante. En el momento que estamos, tan lícito es que Peñarroya escuche ofrecimientos y decida como que el club trabaje en alternativas. El aficionado de la calle ha emitido su veredicto, pero como en tantas cosas, no todo es tan fácil. 

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